Capitulo 20.

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Alison.

Cuando me desperté sentí un tremendo calor a mi lado. Recordé que Matt se había quedado a dormir toda la noche conmigo. Me giré para verlo mejor. Estaba tan tierno dormido. Me gustaba ver la calma que su expresión desprendía.

Le di un ligero beso en la mejilla, cosa que hizo que se despertara. Me sonrió tiernamente y me dio los buenos días.

Bajamos juntos a tomar el desayuno. Preparé dos cuencos de leche, para mí con cereales, Matt quería tostadas pero como ya le había llenado un cuenco hasta los topes tuvo que tomar también cereales. Hablamos de cosas sin sentido. Teníamos que ir a comprar al centro comercial algunas cosas para navidad. Era 23 de diciembre y no tenía árbol. Eso era imperdonable, así que le convencí para irnos juntos a comprar un árbol y algún adorno navideño. Ya que Matt era la persona con menos espíritu navideño que conocía me costó convencerlo. Pero con un par de besos y unas miradas de cachorrito cedió.

Me abrigué todo lo que pude. En la calle nevaba como nunca había visto, pensaba que no podríamos coger ni el coche. Pero tuvimos la suerte de poder cogerlo.

Llegamos a una tienda preciosa, era un establecimiento de dos plantas, todo estaba lleno de adornos navideños. Los dependientes iban disfrazados de duendes, y había un señor que era Santa Claus. La felicidad que irradiaba por todo mi cuerpo no la había sentido nunca. Fui paseándome por todos los pasillos, observando todo, no quería perder detalle. Cogí un carro enorme, bueno, lo cogió Matt. Mientras él iba tirando del carrito yo iba echando todo lo que me gustaba. Cogí guirnaldas de todos los colores, también compre bolas para el árbol de navidad. Muchas luces, teníamos que iluminar esa casa. Hasta compre un felpudo en el que se podía leer MERRY CHRISTMAS.

Matt no quería que comprara todo eso, porque le dije que lo pagaría yo y él se negó rotundamente. Insistí tanto que al final tuvo que ceder.

Cuando llegamos a la caja había una cola enorme, pero no me importó nada. Estaba tan feliz que ni hacer cola me molestaba. Matt y yo comenzamos a hablar sobre donde quería colocar todo lo que habíamos cogido. Las guirnaldas las colgaría por las ventanas del salón y si podía por la escalera, había comprado tantas que habría para toda la casa. Las luces irían en la puerta de la calle junto con el felpudo. Y algunas irían en el árbol, que aún nos faltaba por comprar. Tenía que alegrar esa casa, tenía que impregnar a Matt con espíritu navideño. Él no lo decía, pero yo sabía que estaba disfrutando de hacer compras de navidad.

Finalmente fuimos a un vivero a comprar el árbol. Era el árbol más maravilloso del mundo. Matt me dijo que no era para tanto, pero a mí me maravilló nada más verlo. No era demasiado grande pero tampoco era una miniatura. Era más o menos tan alto como yo. Era perfecto. Lo metimos al coche y nos dirigimos al centro comercial. Pues le dije que tenía que comprarme algunas cosas que necesitaba.

Pero en realidad lo que quería era comprarle algo a él y a su madre. Lo dejé sentado en una cafetería. Le dije que me pidiera un café mientras yo iba a por mis compras.

Pasé a algunas tiendas y en todas fui comprándole algo, le compre dos camisas, ya que siempre le picaba diciéndole que porque no se ponía y él me contestaba siempre con un seco ''No tengo'', le compre unos vaqueros, unos chinos azules y unos zapatos. También le compre unas Vans negras. Pero aún me faltaba algo por comprarle. Le quería coger un reloj, el siempre llevaba el mismo y siempre se andaba quejando de que lo tenía medio roto. Pasé a una relojería y le compré un reloj Viceroy negro que pudieron grabarme. Únicamente grabé una palabra: amor. Pues era lo que él me había hecho sentir. Ya tenía todo para Matt.

Solo me faltaba Amber.

Eso iba a ser un trabajo más complicado, no sabía sus gustos. Pero por lo que Matt me había contado le encantaba cocinar. Asique pasé a una tienda de cosas de casa y le compré muchos utensilios para que pudiera hacer todo tipo de postres. Le compre paletas, cuencos, espátulas, y una especie de sándwichera para hacer cupcakes. Por último pasé a una joyería y le compre unos pendientes.

Cuidado con lo que eliges.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora