Capitulo 10.

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Matt.

Y ahí estaba yo, dándole la mano a la chica que había secuestrado. Toda una gran ironía. Cogido de su mano olvidaba porque estábamos ahí, me centraba solo en ver la maravillosa ciudad a mis pies, y en la chica preciosa que tenía a mi lado.

Le tenía bastante miedo a las alturas, pero con ella cerca se me había olvidado.

Alison tenía la mirada perdida, me preguntaba que estaría pensando, ¿me odiaría por tenerla ahí? Solo esperaba que no, que entendiera las cosas bien, y que no la cagara contándole todo. Sabía que iba a ser duro contarle toda la verdad, pero le había prometido que se lo contaría y así seria.

La verdad, no quería que acabara ese viaje en la noria, parecía que no había problemas, que solo estábamos Al y yo, parecíamos una pareja para la gente, pero esa gente no sabía lo que había dentro de todo.

Ya estaba acabando, tenía que apechugar y contarle todo. Me estaba empezando a arrepentir, me estaba ablandando.

Al parar la noria nos bajamos los dos, la ayude a bajar y comenzamos a andar, no sabía dónde llevarla, así que decidí llevarla a un café al que ya había ido alguna vez.

Me soltó la mano y caminamos al lado, no le dije nada, pero ese gesto me dolió, aun no confiaba en mí, y era normal. ¿Quién confiaría en una persona que la tiene encerrada en su casa más de 3 semanas?

Entramos al café y nos sentamos en una mesa al fondo, ella se pidió un chocolate caliente, y yo me pedí un cappuccino.

-Matt, vas a contarme porque me tienes aquí, ¿verdad?

-Si Alison, te prometí que te lo contaría y lo voy a hacer. Pero me tienes que prometer que te cuente lo que te cuente no vas a decir nada hasta que acabe, para mí esto tampoco es agradable, y sé que no te va a gustar. Pero por favor, déjame acabar.

-De acuerdo, te dejaré acabar sin decir nada.

-Muy bien, bueno, como ya te conté conocí a tu padre y me ofreció trabajo. Vi que mis problemas estarían solucionados, y con unos meses que trabajara, tendría algo de dinero para enviárselo a mi madre y así que fuera pagando poco a poco la operación. – Vi como Alison asentía lentamente, así que decidí continuar.- Tu padre se portó bien conmigo las primeras semanas, y yo le estaba muy agradecido. Hasta que su comportamiento comenzó a cambiar. Me dijo que necesitaba que le llevara una mercancía a un garaje que tenía a las afueras de la ciudad, ¿sabes cuál te digo?

-Sí, ahí teníamos nosotros algunas cosas de casa que sobraban, pero nunca he ido.

-Bueno pues yo fui hasta ahí y me pareció muy raro que hubiera un hombre en la puerta. Yo me acerque y le deje la caja, pero me dijo que la pasara, y cuando la pase ya lo vi todo. Tu padre tenía echo un negocio muy negro allí Alison, había convertido ese garaje en un antro. Y uno muy asqueroso. Había alcohol, droga y cosas peores que no tienes por qué saber. Yo pasé donde me mandó el segurata y le deje la caja y salí de allí tan rápido como entré. Cuando volví a hablar con tu padre y le pregunte, me explico lo que hacía, el paquete que llevaba era cocaína. Me amenazó con matarme si lo contaba. Así que mantuve la boca cerrada y seguí haciéndole algunos recados como ese. Hasta que un día se pasó, le dije que necesitaba el dinero, que esto ya te lo conté, y me pegó, me dijo que no era nadie y que le debía muchas cosas. Ese día fue el colmo y yo me fui. Me dijo que desapareciera de allí si no quería tener problemas, y me vine a Londres a vivir, pero me prometí que le haría pagar lo mal que me lo hizo pasar a mí. Por eso pensé que lo que más le dolería seria su hija, pediría un rescate por ella y así también solucionaría el problema de mi madre.- Lo dije todo de carrerilla como si lo tuviera ensayado, y vi como Alison me miraba con los ojos como platos, vi unas lágrimas resbalar por sus mejillas y no pude evitar sentirme mal por todo.

-Voy al baño, necesito estar sola un momento.- Asentí, y ella se levantó de la mesa.

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