Capitulo 22.

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Alison.

-Nunca me iré Al, siempre estaré aquí. Por mucho que cueste.

Me pareció oír esas preciosas palabras. Pero no estaba muy segura de sí eran reales o todo efecto del sueño.

Todo había pasado muy rápido. Había sido un día completo. Primero había estado comprando con Matt, pensando que no podía haber nada que arruinara mi felicidad. Pero sí que lo había. Kelsey. Una rubia que más que una persona parecía una muñeca. Esa chica no tenía más plástico porque no le quedaban partes en el cuerpo que operar. Nunca había pensado mal de nadie, ni había sentido odio. Y en estos meses he podido sentir cosas que jamás había sentido. Tanto buenas como malas. No sabía si eso era positivo o no. Pero me daba cuenta de que algo en mi estaba cambiando. Y era todo gracias a Matt.

Fui abriendo los ojos poco a poco. Me encontré con la mirada de Matt. Esos ojos que me encantaban. Pero no tenían la alegría que había visto estos días, estaban cansados y tristes. Parecía que no había dormido en toda la noche. Aunque pensándolo bien, tal vez no lo había hecho.

-Matt, ¿has dormido?

-No mucho. Prefería quedarme despierto por si necesitabas algo. ¿Cómo te encuentras?-Dijo levantándose y dándome un beso en la frente. Cerré los ojos ante ese contacto.

-Mejor. Espero que me den el alta ya. No soporto estar en un hospital.

-Iré a llamar al médico para ver si pudieras salir de aquí ya. Mamá quiere verte.

-¿Cómo? ¿Le has dicho lo que ha pasado?

-Bueno, más o menos. Se puso un poco nerviosa.

-Matt no tenías que haberle dicho nada, y menos en su estado. En cuanto salgamos vamos a su casa para que hable con ella. Además, hoy es nochebuena ¿no?

-Así es, hoy es nochebuena. ¿Por qué?

-Recuerdas que te conté que le había comprado algo ¿verdad? Me gustaría dárselo.

-Claro Al. Voy a por el médico, enseguida vuelvo. –Y me volvió a dar un beso, esta vez en los labios. Echaba de menos el contacto de sus labios con los míos. Salió de mi habitación dejándome con una pequeña sonrisa.

No había envuelto los regalos. Pero no me encontraba con muchas fuerzas de envolverlos cuando llegara a casa.

Al cabo de unos 10 minutos apareció Matt con una sonrisa de oreja a oreja. Eso significaba buenas noticias seguro.

-Coge tus cosas, nos vamos a casa.

-¿Enserio? Es genial. – se acercó a mí y me dio un abrazo. Me encantaba su olor.

-Voy a salir para que te puedas vestir tranquila. Aun estas con el camisón del hospital, y no creo que quieras volver a casa vestida así ¿verdad?

-La verdad es que no. Pero Matt, vamos a casa, cogemos los regalos y vamos a ver a tu madre ¿vale?

-Encantado. Ahora vístete. Quiero sacarte ya de aquí. Odio verte en esa camilla.

Le sonreí y asentí. El salió por la puerta. Me bajé de la camilla y pasé al baño. Estaba horrible. Tenía la cara pálida, y unas ojeras increíbles. La visita a Amber debería esperar un poco. Tendría que darme una ducha y arreglarme un poco. Así ya de paso prepararía algo de cenar y cenaríamos juntos los tres. También tenía que escribirle la carta a mamá y papá. No quería arruinarles la noche. Aunque no sería muy agradable. Seguro que papá iría a cenar con sus compañeros de la empresa y todo sería igual pero sin mí. También quería mandarles una carta a Sam y Anna, a ellas si las echaba de menos. Pero no sabía que decirles. No les diría la verdad porque vendrían a buscarme, así que tendría que inventarme algo.

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