Capítulo 32 - Sam

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Antes de comenzar a babear, entré a la tienda. Tal vez una botella de agua helada bajaría mi calentura. Ugh, hormonas. Agarré la primera botella que costara menos de un dólar y me acerqué al mostrador para pagar. Una canción de The Killers estaba sonando en el televisor y mis pies comenzaron a moverse al ritmo de la canción.

—Ellie.

Me quedé estupefacta al escuchar mi nombre. Esa voz.

Demonios.

Me giré lentamente, intentando no soltar la botella de agua que aun residía en mis manos, y la sonrisa desapareció de mi rostro instantáneamente. Su cabello castaño se encontraba perfectamente peinado y su ropa parecía haber salido de la tintorería. Siempre tan refinado y perfecto. Nos miramos por lo que pareció una eternidad y aunque mi cerebro me insistía a que dijera algo, no podía hacerlo. La última vez que hablamos rompió mi corazón.

—Mase —dije casualmente, tranquilizando un poco mis nervios.

Relájate Ellie, este idiota no vale la pena, me dijo mi subconsciente.

—Yo...—suspiró— quise llamarte antes, pero simplemente no pude. Han pasado muchas cosas desde que...

— ¿Terminaste conmigo? Si, lo sé.

Rascó la parte trasera de su cabeza y vi como sus mejillas se tornaron rosas. Me alegraba saber que no era la única nerviosa en esta situación.

—Tenía miedo ¿de acuerdo? Unos días antes de que termináramos descubrí algo que me espantó y fui un cobarde. Pensé que si me alejaba de ti estarías...—hizo una pausa y cerró los ojos antes de continuar— a salvo.

Un escalofrió me recorrió y de pronto, todo a mí alrededor se detuvo.

— ¿A salvo de qué? — ¿O de quién?

Su rostro se tornó serio—. No puedo decírtelo.

— Mase, sea lo que sea, puedes decírmelo. Te juro que no se lo contare a nadie.

—Ellie, escúchame bien —susurró cerca de mi oído. La gravedad en su voz solo provocó que mi corazón se acelerara aún más—, no puedes confiar en nadie. Y por nadie, me refiero a nadie. Ni siquiera en tu propia sombra ¿entiendes? Sé que probablemente me odias y no te culpo si lo haces, pero tienes que prometerme una cosa.

— ¿Q-que cosa? —tartamudeé.

—Prométeme que te cuidaras.

Se alejó de mi oído y depositó un beso en mi mejilla. Me quedé paralizada y antes de que pudiera decirle algo, salió de la tienda sin mirar atrás.

Te lo prometo.

Con manos temblorosas, volví a dejar la botella de agua en su lugar y me encaminé al coche. Jax ya se encontraba dentro y por su mirada, supe que se encontraba enojado. Lo que me faltaba.

— ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó, duramente.

—Yo...

—Oh espera, supongo que tu exnovio gilipollas tiene algo que ver. No soy estúpido, vi cómo te besó en la mejilla.

Esto era increíble.

—Jax, ¿estas celoso?

Se rio, pero fue una risa corta y sin humor.

— ¿Celoso de ese polla-de-pollo? Nunca.

—Bien, porque no deberías estarlo. Creo que dejé claros mis sentimientos en el lago ¿O ya se te olvido?

A Little DeathWhere stories live. Discover now