Capítulo 9 - Un poco de muerte

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Mientras Cara, la compañera de habitación de Hailey, se encargaba del cabello, yo me encargaba del maquillaje. En cambio, mi mejor amiga era feliz dándonos órdenes. Con mis pulgares intente diluir un poco el delineador negro de mis ojos, queriendo conseguir un look humoso. Pero era inútil. Siempre pensé que mis ojos eran demasiado grandes para mi cara; dos círculos gigantes bañados en azul. Cuando era niña, me hacían lucir tierna. ¿Ahora? También, y no creo que eso se lleve de la mano con sexy. Cogí el envase de la máscara de pestañas y lo abrí, provocando un "plop". Apliqué un poco de esta y luego me dirigí a mis labios. Mis manos se destinaron al brillo, no obstante, fueron detenidas por unas uñas rosas pastel. Cara me dio una mirada de pocos amigos y enarcó una ceja.

— ¿Enserio, chica? Con ese vestido levanta pollas que estas usando, lo mínimo que puedes hacer es pintarte la boca roja —exclamó Cara, arrebatando el brillo de mi vista.

Solté una queja, la cual fue ignorada, y refunfuñé mientras me cruzaba de brazos. No había manera en el mundo de que este vestido fuera levanta pollas. Era corto, sí, pero aun así recatado. Sofisticado. Tal vez la falta de espalda lo volvía un poco provocador, más solo eso. Pensaba defender mi vestido a toda costa, hasta ahora había sido la única prenda de la cual no me arrepentía. Esta mañana hablé con mi mamá, estaba sumamente emocionada por el baile y me explicó el porqué de tener que sorprender a todos. Según ella, nunca sabes dónde puede estar el amor de tu vida. Creía que esa era una forma de darme ánimos, después de la ruptura de Mase. Fingí una sonrisa y le aseguré que estaba bien —por enésima vez. Mase va a estar en la mascarada, un presentimiento me lo decía.

— ¿Hola? Tierra llamando a Ellie.

Me giré sorprendía hacia la voz de la pelirroja.

— ¿Qué? Lo siento, estaba pensando en...

—Jax —terminó Hailey, quien colocó sus manos en mis hombros—. Está pensando en su nuevo chico caliente.

Joder, no de nuevo. Después de que Jax nos trajera al departamento, llamé inmediatamente a Hal para comprobar su seguridad, se fue del bar enfurecida y sin dar señal de vida. Al primer timbre contestó y recibí el famoso alud de preguntas: ¿Jax está contigo? ¿Está escuchando esta conversación? ¿Qué edad tiene? ¿De dónde es? ¿Por qué está tan caliente?... Y la última, pero menos importante ¿Ya tuvieron sexo? Obviamente, la golpeé mentalmente y le contesté sarcásticamente. Gracias a Dios, Jax estaba encerrado en su habitación mientras la conversación se llevaba a cabo, sino, mi cara se hubiera puesto tan roja como un tomate y le hubiera colgado con la primera pregunta. Convencer a Hailey de que Jax solo era mi invitado de honor no-deseado fue un verdadero martirio, ella seguía con "ajam" y "no me digas", haciendo imposible la conversación. Colgué el teléfono con el ceño fruncido y unas ganas tremendas de golpearla con un bate de béisbol.

Ahora nos encontrábamos en su habitación, preparándonos para la mascarada. Cara abrió los ojos como plato y me señaló acusatoriamente.

— ¿Jax? ¿Quién carajos es Jax?

—Ups. —Hailey fingió una mueca de arrepentimiento y me guiñó un ojo—. No es nadie, Cara.

Cara Hamilton, mejor conocida como la cotilla número uno de toda la universidad. Diablos.

— ¡Tu ganas! Me pintare los labios rojos, ya sabes, para levantar más pollas. —Tragué saliva, trazando mis labios con el crayón rojo Maybelline—. Cara, tal vez deberías dejarme hacer tus ojos. Por tu piel oliva, un poco de dorado te vendría bien.

Parecía desconcertada por mi abrupto cambio de tema, pero al final terminó asintiendo vigorosamente.

—Sí, un poco de brillo sería genial —concordó, sonriendo de oreja a oreja, como una tonta.

A Little DeathWhere stories live. Discover now