Capítulo 20 - Misión imposible (parte 1)

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Wyatt tenía razón, la multitud de personas era enorme. Miré desde la ventanilla la enorme casa blanca y un nudo comenzó a formarse en mi estómago. El lugar estaba un poco alejado de los suburbios, como si se tratara de un escondite, y no estaba sorprendida por ello. Obviamente James tenía sus medidas de seguridad, cualquier criminal inteligente las tendría. La casa no era una mansión, pero sí bastante majestuosa, con varios escalones en la entrada. Era injusto. Él se ganaba la vida lujosa con robos, cuando había gente trabajadora que nunca podría saborearla.

Él rubio estiró su mano y tomó algo del asiento trasero. Una bolsa negra, de la cual colgaban unos cables. Lo miré confundida.

Vaciló antes de hablar—. Son cámaras de seguridad, tenía pensado instalarlas en algunas habitaciones. Y estos de aquí —Sacó unos pequeños óvalos oscuros de la bolsa—, son micrófonos. Con esto podremos mediar toda la acción que suceda esta noche.

Asentí ante su idea. Nunca se me hubiera ocurrido hacer algo así, tenía que darle crédito. Mi esperanza creció.

— ¿Dónde conseguiste todo eso? —inquirí, aun plasmada por lo bien formado que estaba su plan.

Una sonrisa jugó en la comisura de sus labios.

—Lo tomé "prestado" —dijo, haciendo comillas con sus dedos.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos—. Por favor dime que no lo robaste.

—Lo tomé prestado, a parte, no creo que a mi primo le importe. Tiene más equipo de reserva.

— ¿Tu primo es espía?

—Algo así, trabaja en la policía.

Que ironía...

—Me limitare a creerte —exhalé—. Por ahora.

Nos bajamos del auto y caminamos hasta la puerta, la cual se encontraba abierta de par en par. Wyatt se inclinó para susurrarme que actuara con confianza, para no llamar la atención. Lo intenté, pero me era imposible sentirme indiferente. El vestido negro que me encontraba usando era demasiado corto y tenía que bajar el dobladillo cada cinco segundos. Mi cabello estaba amarrado en un moño desordenado y mi cara estaba libre de maquillaje. Me sentía totalmente fuera de lugar. Wyatt en cambio parecía estar conforme con el ambiente. Su cabello rubio se encontraba desordenado y estaba vistiendo una camiseta sin mangas que dejaba a la vista sus múltiples tatuajes tribales. Sus vaqueros estaban rasgados en las rodillas y sus botas militares se encontraban amarradas hasta la mitad. Se veía demasiado despreocupado. Intenté imitarlo. Me tomó de la muñeca y nos condujo por la cocina. Varias personas se encontraban preparando bebidas e intercambiando líquidos corporales. Ugh.

Pasamos por un pasillo con poca luz y giramos hacia una puerta entreabierta. Wyatt la abrió un poco más y me indicó que pasara rápidamente. Eso hice e intenté no tropezarme en el camino. Al parecer estábamos en unas escaleras que daban a un sótano. Bajé lentamente, mirando hacia atrás por si la puerta se abría. Mi corazón estaba retumbando en mi pecho. Esto se sentía como una película de acción y espías. Solo faltaba la música de misión imposible.

Tan tan tan tan taaan.

—Demonios —masculló Wyatt, viendo a la chica que se encontraba dormida en el sillón de cuero que residía en el centro del sótano.

Su cabellera oscura nos estaba dando la espalda, pero aun así en cualquier momento podía girarse y delatarnos. Mi piel palideció por el miedo y jalé la camiseta de Wyatt para llamar su atención. Este se giró hacia mí, expectante.

—Tenemos que salir de aquí —susurré en su dirección.

Negó con la cabeza y sacó una cámara y un micrófono.

—Vigila que no se despierte —respondió con volumen bajo.

Mi respiración comenzó a volverse frenética por el miedo, pero junté un monto de valentía e hice lo que me pidió. Wyatt estaba loco, muy loco.

Caminó de cuclillas hasta el librero frente al sillón y colocó el equipo de una manera que no era visible. Estiré mi cuello para darle un vistazo a la chica y sentí como mi sangre comenzó a hervir cuando distinguí a Melody. Parecía estar sumida en su sueño y hasta se veía inocente, como un ángel. Me dieron ganas de cortar su cabello con unas tijeras y pegarlo en la pared con un letrero que dijera "Puta."

Se removió un poco y le hice una seña a Wyatt para que nos fuéramos ya. Caminó hacia mí rápidamente y me empujó hasta las escaleras. Las subimos ágilmente y dejamos la puerta entre abierta, exactamente como se encontraba.

Gemí sintiendo como el alivio tranquilizaba mis nervios y coloqué la palma de mi mano sobre mi pecho. Wyatt parecía estar igual de agitado que yo e hizo una mueca hacia mí. Un chico ebrio pasó a nuestro lado y gritó que nos consiguiéramos una habitación. Mis mejillas se volvieron rojas y miré a Wyatt fijamente, quien me devolvió la mirada. Fingimos seriedad, pero no pudimos evitar reírnos a carcajadas. ¿Por qué siempre creían que me encontraba excitada? Hay otros motivos para estar agitada.

Continuamos con nuestra misión clandestina y no podía evitar exaltarme con el más mínimo detalle. Probablemente James no me reconocería, pero Jax era un asunto totalmente distinto. Él se encontraba en esta fiesta, obviamente, y si me veía todo se iría al caño. Colocamos varias cámaras en la planta superior y hasta ahora no había habido rastro de alguien peligroso. Wyatt volvió a tomarme de la mano y no hice ni el más mínimo esfuerzo para zafarme de él. La gente estaba amontonada en la sala de estar, bailando al ritmo de las luces estridentes, así que probablemente me hubiera perdido sin su agarre.

Todo había salido según el plan. Todo hasta que un chico con el cabello castaño y los ojos azules se giró en nuestra dirección.

James.

A Little DeathWhere stories live. Discover now