Capítulo 23 - Injusticias de la vida (parte 2)

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Capítulo dedicado a Arriane_

AVISO: No edité el capítulo, así que puede contener muchas faltas ortográficas o/e incoherencias. ________________________________

Mierda.

¿Qué tanto había escuchado?

Abrí la boca para decir algo, mientras saltaba del regazo de Jax. Esto probablemente se veía mal. Sin embargo su mirada no estaba en mis mejillas sonrojadas o en el pecho desnudo de Jax, sino en el celular roto que descansaba en el suelo.

Más mierda.

—No quería entrar sin avisar como la vez pasada, pero te he estado llamando desde la madrugada y me preocupe. Ahora entiendo porque no contestabas es el teléfono. —Algo andaba mal, lo deduje por la manera arrebatada en la que estaba hablando. Le dio un vistazo rápido a Jax y luego a mí. Algo cruzó por su cara y tragó saliva—. Necesito hablar contigo. Es urgente.

La sangre abandono mi rostro. Nunca había visto a Hailey de esta manera, ella siempre intentaba mantener la calma hasta en las peores situaciones. Pero ahora parecía como si una tragedia hubiera sucedió y eso solo logró asustarme como nunca. Miré a Jax, quien mantenía la vista fija en mi mejor amiga como si estuviera tratando de identificarla, y un nudo se formó en mi estómago. Toda mi burbuja de paz y amor había desaparecido, siendo remplazada por una de temor y angustia.

Tragué saliva—. Está bien, deja que tome una ducha y...

—No hay tiempo para eso, simplemente ponte algo limpió —dijo, devolviéndole la mirada a Jax.

Me cambié rápidamente y salí del departamento con Hailey pisándome los talones. Sin que me tuviera que decir, me subí a su coche. Ella entró después y lo encendió. Condujo por unas calles desconocidas e ignoró mis preguntas en todo el camino. El sentimiento horrible seguía instalado en mi pecho y estaba a punto de golpearla si seguía negándose a contestar mis interrogatorios. ¿Sabía algo? No tenía idea y los nervios me estaban carcomiendo. Por fin, después de diez minutos de estar conduciendo, se detuvo en el estacionamiento de un parque que nunca había visto en mi vida. Varias personas se encontraban haciendo ejercicio y otras simplemente residían en las bancas, ajenas al aura negra que me rodeaba.

Permanecí con la vista fija en una mujer de mediana edad que se encontraba paseando a su perro, un labrador color chocolate. Sentía la vista de Hailey perforar mi cráneo, pero no tenía el valor para enfrentarla. Fuera lo que fuera, lo que tenía que decirme no era bueno.

— ¿Cuándo pensabas decírmelo? —Rompió el silencio, haciéndome una pregunta que no podía contestar. Por lo menos no directamente.

— ¿Decirte que? —le pregunté, fingiendo estar confundida.

Era rubia, podía fingir ser una tonta y ganar credibilidad.

Me miró secamente y supe que no estaba de humor para juegos. Comencé a jugar con las puntas de mi cabello, intentado ignorar los temblores de mi mano. Era terrible controlando los nervios y como mi mejor amiga, ella lo sabía.

—Decirme que tu compañero de piso es uno de los criminales más buscados de los Estados Unidos.

Quedé paralizada ante su declaración tan brusca y busqué un poco de valentía en mi interior para poder defenderme. No tenía como contraatacar eso, le había mentido de la manera más vil; en su propia cara. Y ahora tenía que afrontar las consecuencias, admitir que había mantenido al asesino de Cara y Lila bajo mi propio techo.

La miré de costado.

— ¿Cómo lo sabes?

Me miró por un segundo y luego metió su mano debajo del asiento, sacando un papel. Me lo enseñó y efectivamente, se trataba de la foto de Jax, la que habíamos visto en la tienda. Me sentía como una tonta por pensar que podía ocultárselo, cualquiera que tuviera ojos podría reconocer una cara como la de Jax en cualquier parte. No muchos chicos lucían así en Virginia.

A Little DeathWhere stories live. Discover now