Capítulo 32 - Sam

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AVISO: No edité el capítulo, por lo tanto, puede contener faltas ortográficas.
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Todo parecía surreal. El fin de semana había pasado extremadamente rápido y cuando menos me di cuenta, ya era hora de volver a casa. Al igual que yo, Jax parecía rehusarse a volver. Tener que despedirnos de nuestro pequeño paraíso no iba a ser fácil, pero por lo menos nos teníamos el uno al otro. Ahora que lo aceptaba tal y como era —contando su misterioso pasado—, la idea de volver a casa no parecía tan aterradora. Tal vez hasta podríamos crear una rutina y vivir como una pareja normal. Si claro, sigue soñando Ellie. Okay, Jax y yo nunca seriamos una pareja normal aunque lo intentáramos.

Mi única motivación para volver a casa era poder ver a George y supongo que a Wyatt también, aunque este último fuera un problema andante. No había hablado con él y ya podía imaginar los mensajes acumulados en mi celular. Últimamente se preocupaba por mí o por lo menos eso me gustaba pensar. Era bueno tener un amigo.

Mirando por la ventana, me di cuenta de que el cielo estaba tornándose oscuro. El camino a casa fue distinto, tal vez porque la pared invisible que antes se encontraba entre nosotros ya se había derrumbado. Todo iba genial hasta que repentinamente me entraron unas ganas terribles de ir al baño. Joder, no me hubiera tomado el jugo de arándanos. Comencé a mover mis muslos frenéticamente e intenté inhalar y exhalar sucesivamente. Probablemente me veía como una mujer que estaba a punto de dar a luz. Miré a mis alrededores y para mi buena suerte, ya nos encontrábamos dentro de la ciudad; para mí mala suerte, aun estábamos a media hora de nuestro departamento.

Tenía que vaciar mi vejiga. Ahora.

— ¿Jax?

— ¿Nena?

Esto era vergonzoso.

—Necesito usar el tocador — ¿Tocador, en serio? — ¿Podrías detenerte en una gasolinera o restaurante? —solicité, intentando sonar indiferente y serena. En realidad, si no iba al baño en los próximos minutos probablemente terminaría teniendo un accidente que me arruinaría la vida.  Ya no podía aguantar más.

—Ya solo falta media hora para llegar, ¿no podrías aguantar...

— ¡Para el puto auto en una puta gasolinera antes de que me orine en los putos pantalones!

Okay, eso fue innecesario. Mis mejillas se incendiaron, pero en realidad ya nada me importaba. Podía llegar a ser salvaje cuando tenía ganas de ir al baño. Jax alejó su vista del frente por un momento y enarcó una ceja. Soltó una risa baja —que normalmente me hubiera encendido— y asintió lentamente con la cabeza. Dio vuelta en la siguiente intersección y detuvo el coche en la gasolinera más cercana. Suspiré de alivio.

—Llenaré el tanque —dijo, desabrochándose el cinturón.

Me bajé rápidamente del coche y entré al primer desocupado. Solo había una señora mayor en el baño, la cual estaba bastante ocupada intentando hacer funcionar el secador de manos automático. Creí haberla escuchado musitar "Aparato del demonio. "

Una vez que terminé de hacer mis necesidades, lavé mis manos y me miré en el espejo. Mi cabello estaba totalmente fuera de lugar y opté por soltarlo, dejándolo caer libremente por mis hombros. También aproveché para aplicar brillo a mis labios. Tenía la necesidad de acicalarme cada vez que me era posible. Ahora entendía a Hal y su manía de verse al espejo cada tres minutos.

Cuando salí del baño, Jax se encontraba recargado sobre el coche, esperando a que este terminara de llenarse. Con sus gafas oscuras y su ropa desaliñada, parecía haber salido de una revista. Lo miré de arriba abajo, sin reservas, y una pequeña sonrisa de lado apareció en mi rostro. Si hubiera podido tomarle una foto, lo hubiera hecho.  

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