Capítulo 22 - Me salvaste

65.2K 5.3K 1.1K
                                    

Los gemidos de dolor llenaron la habitación y yo mantenía mis labios firmes. James, sentado en el suelo, miraba a cualquier otra dirección que no fuera la aguja entrando en la piel de Jax. Cuando por fin el doctor terminó, nos dejó una receta de medicinas y los cuidados que debíamos de tomar con Jax. Por lo menos dos días de reposo. Un peso salió de mi pecho y mis comenzaron a cerrarse por el cansancio. Un rápido vistazo al reloj me dijo que ya era bastante tarde. Bostecé y me puse de pie, planeando tomar un baño largo. Mi tranquilidad era impresionante, analizando todo lo que había sucedido esta noche.

Una vez dentro de la ducha me permití pensar en el futuro. En el futuro que nunca tendría la chica que murió hoy. No quería ser hipócrita y decir que la extrañaría, considerando que ni siquiera la había conocido. No sabía cómo sentirme al respecto. Todo había sucedido bastante rápido, no dándome tiempo para procesar varias cosas. Me sentía enojada conmigo misma por preocuparme más por Jax que por las víctimas, especialmente porque yo era una de ellas. En lugar de estar buscando pruebas me encontraba jugando a la casita con el asesino. Sí, era una idiota.

Me envolví en una toalla y caminé sigilosamente hasta mi habitación, ignorando por completo el hecho de que Jax se encontraba semidesnudo en el cuarto de al lado. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando lo escuché:

— ¿Ellie?

Tan cerca, pero tan lejos.

Me puse una camiseta de tirantes decorada con los Ositos Cariñositos y unos pantalones cortos holgados, también pasé mis dedos por mi cabello, intentando hacerlo lucir más o menos presentable. Sin más preámbulo, entré a su habitación. Intenté mantener mi expresión firme, pero verlo acostado en la cama con solo una sábana tapando sus partes... Bueno, era difícil concentrarse. James ya no estaba a la vista y eso me hizo ganar confianza, aunque no la suficiente como para enfrentarlo. Nuestras miradas chocaron —algo ya no tan raro— y me dedicó una sonrisa confiada. De esas que bajan bragas. Me cubrí discretamente la parte superior de mi camiseta, recordando mi falta de sostén y lo fácil que es ver detrás de ella.

— ¿Se te ofrece algo? —pregunté, lo más secamente posible.

—Sí —dijo, pasando la lengua por su labio inferior—. Quería agradecerte, no solo por esta noche sino por todas las anteriores. Sin tu hospitalidad probablemente me encontraría...—cerró los ojos por un momento— en malas condiciones. Tal vez mis palabras no valgan nada para ti y tal vez me odies en este momento, lo cual es comprensible, pero quiero que entiendas una cosa: te debo mi vida.

Te debo mi vida

Wow. Wow, wow, wow. Necesitaba un respiro urgentemente. Su expresión decidida me decía que estaba hablando en serio. Y eso solo hacia crecer la bola de calidez en mi interior. Pero eso no borraba el hecho de que daría lo que fuera por verlo en prisión. Se necesitaba más que palabras lindas para ganar mi afecto. Él podía ver por mi vida, sin embargo, las vidas que ya quitó no podían ser regresadas. Y eso ardía como el infierno.

—No, no me debes nada —musité, tan bajo que pensé no me había escuchado. Pero lo hizo y palmeó el lado desocupado de la cama, indicando que quería que me acostara con él.

Abrí la boca de par en par y los latidos de mi corazón no me permitían escuchar nada a mí alrededor. Si Jax no me mataba con sus manos, probablemente lo haría dándome un infarto. Permanecí de pie, frente a la cama, y lo admiré en todo su esplendor. Cabello negro desordenado por el sudor, ojos grises que parecían ver mi alma y un rastro de barba de tres días. Él era el único chico en el universo que podía lucir bien después de haber recibido un disparo y varias puntadas sin anestesia. Tenía que darle crédito por ello. Volvió a palmear el lugar a su lado, solo que ahora un poco más insistente. Mis piernas cobraron vida propia porque cuando menos lo pensé me encontraba sentada junto a él, tan solo separados por unos centímetros de distancia. Miré fijamente la pared, tratando de ignorar el calor que emanaba su cuerpo. Esto era una mala idea, muy mala idea.

—Háblame de ti.

Suspiré.

— ¿Qué quieres saber de mí? —inquirí.

—Todo.

Tragué saliva, sintiendo el rubor en mis mejillas. Había veces que Jax decía este tipo de cosas inconscientemente, pero había otras en las que lo decía para ver mi reacción. Esta era una de esas. Por su tono bajo y aterciopelado, deduje que ese todo se refería a todo. Y yo no quería contarle todo.

Volví a suspirar y lo miré de reojo. Todo sería más fácil si estuviera usando una camiseta, pero no, su hermoso pecho desnudo estaba a centímetros de mí.

—Tengo veinte años y estudio en la universidad, aunque eso ya lo sabes —hice un pausa antes de decir mis siguientes palabras. Esperaba no arrepentirme—. Mi novio de dos años terminó conmigo sin ninguna razón aparente un día antes de que te conociera, aunque eso también lo sabes. Soy tan patética que mi propio gato me abandona, aunque de nuevo, eso ya lo sabes. En fin, no hay nada interesante sobre mí.

Jax permaneció tieso, pero después de unos segundos se reincorporó y se acercó más a mí, provocando que nuestras caderas rozaran. Una de sus manos ahuecó mi mejilla, tomándome desprevenida. Nos acomodó de manera que nuestras se vistas estuvieran unidas y el calor en mis mejillas era difícil de ignorar.

Todo en él me atraía, hasta la más débil pestaña, y estando así de cerca... era peligroso.

—Escúchame bien —dijo bruscamente. Me exalté un poco, pero no lo suficiente como para remover su agarre—. No eres patética, ni cerca de serlo. Si un idiota no supo valorarte, no te merece. Joder, no creo que haya un hombre en este mundo que te merezca. Eres hermosa, inteligente y extremadamente valiente. Si tu vida es patética, los que estamos a tu alrededor estamos verdaderamente jodidos. Salvaste mi vida esta noche y créeme que nunca lo olvidare, tus manos manchadas con mi sangre.

Estaba en shock, literalmente inmóvil. Nunca nadie antes me había dicho algo así, nunca nadie me había dicho lo valiosa que era. Mentiras o no, Jax sabía cómo mover mi corazón. Cada palabra, letra por letra, había perforado un muro que había formado en mi interior. No era seguro hacerlo, pero una simple mirada a sus ojos me hacía olvidar todos los peligros que esto conllevaba. Lagrimas se formaron en mis ojos y por primera vez, no me molesté en detenerlas. No sabía la razón exacta por mi llanto, pero estaba segura como el infierno de que Jax era parte de ellas. Si no fuera un criminal, probablemente ya me hubiera lanzado a sus labios y me hubiera olvidado de todo a mi alrededor. Pero de nuevo, si no fuera un criminal nuestras vidas nunca se hubieran cruzado. ¿Qué prefería? ¿Una vida tranquila y monótona sin Jax, o una vida llena de muertes, dolor, emoción y pequeñas victorias con él? En lugar de ponerme a debatir conmigo misma, dejé que acunara mis mejillas con sus manos y disfruté de su tacto.

Pasó sus pulgares por mis lágrimas para limpiarlas y ese simple acto llenó de calidez mi interior. Deje de llorar y sorbí mi nariz. De seguro lucia peor que la niña del aro, especialmente porque en un momento de la noche mi cabello, aun mojado por la ducha, estaba a cada lado de mi cara. Sin embargo a Jax parecía no importarle. Nos quedamos unos minutos así, en silencio, y fue bastante reparador. Él parecía estar sumido en sus pensamientos y no lo culpaba. Yo también lo estaba. Mis ojos comenzaron a cerrarse por el cansancio y cuando menos me di cuenta, mi mejilla estaba reposando contra su pecho desnudo. Con los ojos entre abiertos, pasé uno de mis dedos por uno de sus tatuajes, trazando los bordes. Su piel se erizó y eso jaló una sonrisa en mi boca. Al parecer mi toque le afectaba, después de todo.

Evité tocar su brazo vendado para no lastimarlo y me acomodé en una posición cómoda para ambos. Esto se sentía bien, se sentía normal. Jax envolvió sus fuertes brazos a mí alrededor y cerró los ojos. Asesino o no, Jax tenía el poder de hacerme sentir en casa.

Sin aguantar más, comencé a quedarme dormida.

—Me salvaste por el simple hecho de haberte cruzado en mi camino —murmuró.

________________

¡Hola personitas! ¿Que les pareció el capítulo? Se me hizo muy tierno, especialmente por las ultimas palabras de Jax.

Amor, amor, amor...

Dato curioso: Los Franceses generalmente se refieren a un orgasmo como "Le petite mort", que vendría siendo a little death, en ingles. O en español: pequeña muerte. Sin embargo, escogí ese nombre por una canción de The Neighbourhood.

Nos leemos después <3

A Little DeathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora