– Perfecto. Gracias.

– Para servirle. –cuelgo.

Bien, ahora falta saber a dónde rayos me voy. ¿Quién dijo que escapar es tan fácil? Piensa, piensa... ¡Andy! ¡Tal vez pueda ayudarme! Pero creo que aún sigue durmiendo. Veo la hora en mi teléfono. 5:19am. Bueno, no es tan temprano, teniendo en cuenta que la mayoría nos despertamos a las seis. Estoy segura de que me perdonará cuarenta minutos de sueño. Lo llamo de inmediato. Tarda en contestar, pero lo hace al quinto timbre.

– ¿Sí? –responde adormilado.

– ¡Andy!

– ¿Abby?

– Sí, soy yo. Andy, te necesito enormemente. Hice algo no muy bueno. Tengo que salirme de la casa de Horan.

– ¿Qué? ¿Estás bien? ¿Sucede algo grave? –la alarma impregna su voz.

– Estoy más o menos bien. Te necesito, y no puedo esperar a más tarde.

– Sweetness, me estás asustando. ¿Sabes qué? Te me vienes rapidito a mi departamento. Necesito que me expliques que pasa.

– Lo haré. Estaré ahí en cuanto llegue mi taxi.

– Bien, ten cuidado, honey. Te espero.

– De acuerdo. Gracias, Andy. Nos vemos.

Cuelgo y arrojo mi teléfono a la cama. Solo falta mi bolso. Me meto en el vestidor, tomo una de mi bolso de viaje y comienzo a llenarla más y más de ropa y zapatos, hasta que casi no puede cerrar. Bueno, creo que llevo suficiente para cuatro o cinco días. Salgo del vestidor y busco mi bolso. Bolso, bolso, bolso... ¡¿Dónde está mi bolso?! No está en la cama, estoy segura que no está en el vestidor y tampoco está en el sofá junto al balcón. Debe de estar abajo, quizás en la estancia. Bien, entonces ya es hora de irse. Meto mi teléfono en el bolsillo de mis jeans, tomo todas las carpetas con los bocetos y papelería de la empresa, y por último tomo mi maleta.

Hasta que un fuerte dolor en el vientre me hace arquearme de pronto.

¡OH POR TODOS LOS JODIDOS INFIERNOS!

No puede ser, el dolor no se va. Oh, dios. Esto solo puede ser una cosa. Como puedo, camino hacia el baño y entro en él. Me siento en el váter, hasta que siento un líquido que sale de mí.

¿Algo más fantástico podría haberme pasado? El día no está comenzando como esperaba. La cosa era solo tomar mis cosas e irme. Nada más. No que sintiera la angustia como si no hubiera hecho algo bien y que encima me llegue la regla. Me limpio y busco entre mis cosas hasta que los encuentro. Tomo la caja y veo que solo quedan tres tampones. ¡Fantástico! Simplemente no me lo creo. Ya ni en mi periodo puedo estar un poco bien. Me pongo uno de los tampones. Bien, al menos los cólicos han cesado un poco, aunque creo que necesito un té y escapar de la ciudad y de mi vida. ¡Pff! Esto no está pasando.

Tomo mis cosas del baño, las meto de nuevo en mi neceser y salgo, lo meto en la maleta y listo. Creo que ya está todo. Salgo de la habitación lo más silenciosa que puedo, aunque por accidente mi maleta se estampa contra la pared al salir. Bueno, nunca se me ha dado muy bien ser sigilosa, es por eso que mamá se daba cuenta cuando llegaba muy tarde a casa y me castigaba por ello yendo a trabajar extra a la empresa, ¿y que creen? ¡Solo papeleo! Nada de lo que más me encanta hacer. Era un buen y horrible castigo.

Bajo los escalones uno a uno, con cuidado de no tropezar con la maleta o con mi propio pie, ya que mi grande torpeza a veces no ayuda mucho. Llego sana y salva a la planta baja y me voy directo a la estancia, donde encuentro mi bolso en uno de los sofás. ¡Genial! Creí que ya lo había perdido de nuevo. Lo reviso y encuentro mi maquillaje, mi cámara y mi montón de cosas innecesarias que suelo llevar siempre. Perfecto, parece que ya tengo todo listo y que no me falta nada importante. Espero que no. Bien, solo falta que llegue el taxi.

Viaje Inesperado [N.H.]© Parte#1Where stories live. Discover now