CAPÍTULO 45(Parte 1)

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CAPÍTULO 45.(Parte 1) 

Narra Mackenzie.

Sin oportunidad de contestar me vi arrastrada tras el chico. Caminando a su lado llegué a preguntarme reiteradas veces los motivos que ocultaba, porque, si algo había prendido de Marc Siles era su capacidad para sorprenderme.

Además, el incesante hormigueo que me sumía en un estado de locura ingrávida no me permitía, a todas luces, fijar el rumbo tanto de mis pensamientos como de mis emociones, que en aquel momento revoloteaban sumidas en el caos.

Lo que más me sorprendía, sin embargo, era que... no me importaba.

Me estaba perdiendo clases primordiales, saltándome de un plumazo decenas de normas y aplacando la razón tras un velo de emociones. Si a alguien se le hubiese ocurrido decirme aquello solo unos meses antes me había reído en su cara, y muy probablemente, le hubiese golpeado para que cesase de decir estupideces

—¿Te ocurre algo? —La interrogación de Marc obligó a mis ojos a dirigirse a él.

Tenía el ceño fruncido y me observaba con tanta preocupación que llegué a inquietarme por el tiempo que había permanecido en silencio.

Compuse una sonrisa al tiempo que asentí.

—Perfectamente, solo estoy... intrigada.

Marc arqueó las cejas y me juntó más a él, frenando momentáneamente nuestro avance y provocando que mis niveles hormonales entrasen en crisis.

—¿Intrigada?

Asentí a duras penas.

—Exacto, no sé qué narices planeas. Y me intriga pensar lo que eres capaz de hacer —aseguré observándole fijamente. Tenía una bonita peca junto al ojo izquierdo de la que no me había percatado con anterioridad. — No puedes culparme, no me has dado ninguna indicación de lo que va a suceder.

Marc ladeó la cabeza y apretó con mayor intensidad nuestras manos, mandando involuntarias descargas por mi organismo.

—Bueno, siempre me puedo jactar de sorprenderte.

—Sueles hacerlo... — murmuré — Pero, de veras, ¿qué tienes planeado hacer?

El chico se encogió de hombros simplemente. Sin mediar palabra se apartó de mí, dejando la que electricidad se disipara y se puso en movimiento, arrastrándome consigo.

—No suelo premeditar mucho las cosas, por lo que no creas que tengo nada realmente preparado.

Fruncí el ceño y observándole fijamente quise determinar si eran veraces sus palabras. Ante la sinceridad y tranquilidad de la sonrisa de mi acompañante supuse que, en efecto, los planes compulsivos eran cosa mía.

—Entonces... ¿quieres decir que no tienes nada preparado?

Marc me miró con una mueca burlona en el rostro.

—Tampoco he dicho eso, princesa.

Entrecerré los ojos hacia él, luchando por indagar en sus pensamientos. Ante mi falta de atributos mágicos y el brillo despreocupado de los ojos del chico terminé chasqueando la lengua.

Marc rió con fuerza y presioné mi ceño fruncido con un dedo. Inmediatamente relajé la expresión y le miré sin comprender.

—Estás muy gruñona, y es nuestra primera cita.

Repentinamente me sentí culpable. Quise disculparme, pero antes de que pudiese empujar las palabras adecuadas a mi aparato fonador los labios de Marc se apropiaron del mismo. Las rodillas se me aflojaron y todo aquello que quería dejar bajo cautela explotó en forma de mil pequeños fuegos artificiales que se disgregaron rápidamente por mi cuerpo, obligándome a cerrar los ojos.

¡Aparta, imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora