*Stranger in Moscow*

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"amiga yo sé que siempre nos hemos tenido la una a la otra pero tienes que ser fuerte, tienes que seguir adelante, tienes que saber hacerlo yo no sé si puedo ayudarte más. La vida es un regalo..."

Intentaba conciliar mi sueño sin resultados mientras estas palabras daban vueltas en mi cabeza una y otra vez...

Era el mensaje que me había dejado mi mejor amiga la última vez que hablamos. Hace un par de meses, Danielle había muerto de hungtinton. No había alcanzado a decirle cuánto la quería, y eso me atormentaba todos los días.

Danielle fue como mi hermana desde pequeña y aquella fue la última conversación que tuvimos cuando ella estaba bien. Me pregunto por qué la vida, o Dios, quisieron castigarla de esa forma condenada a vivir con un extraño mal hereditario que terminó enloqueciéndola. Su rostro perdido venía a mi mente repetidas veces, siempre intentaba encontrar algo de luz en su mirada pero sólo había tristeza. Danielle se había quitado la vida antes de que pudiera asimilar el estado en el que se encontraba.

¿Cómo alguien que había sufrido tanto podía darme un consejo cómo ese?, ella era un ángel... "la vida es un regalo", eso fue lo último que me dijo pero yo ya no veía nada hermoso en mi vida. Había salido de la universidad, y estaba sin encontrar trabajo, viviendo sola, lejos de mis padres y mi hermano. Y sin mi mejor amiga. Estoy sola. Ni mis sueños, ni mi amiga, ni mi familia puedo tener cerca.

Intenté calmar mi desasosiego y salí a caminar...

La noche era muy fría y había comenzado a llover. En un segundo me pareció maravilloso sentir ese olor y el viento que corría pero luego recordé... Danielle y yo somos pequeñas, salimos a jugar en un día de lluvia y de pronto se desata un gran temporal... nuestros padres preocupados nos buscaban por todo el vecindario mientras que para nosotras era lo mejor del mundo lanzarnos tierra y atacarnos de la risa.

El olor de la tierra mojada nunca fue tan horrible y triste como en ese momento.

Caminé hasta una plaza que quedaba cerca de mi departamento, di unos cuántos pasos esperando no encontrarme con nadie pero para mi sorpresa vi la silueta de un hombre sentado en un banco. Pensé que era un mendigo que no tenía donde quedarse, pero conforme me acercaba puede ver que se trataba de un hombre mayor, bien vestido, de barba blanca, delgado y muy tranquilo. No llevaba paraguas pero parecía cómo si la lluvia no le molestara en lo absoluto, incluso como si hubiera salido justamente para eso, para sentir la lluvia.

Me acerqué a el y le dije en voz alta...

-Buenas noches, ¿qué hace por aquí a estas horas?

-Buenas noches señorita, salí a dar un paseo y me atrapó la lluvia, ¿a usted también?

Su voz era extraña y se notaba un tanto nervioso. Me senté con él a su lado y compartí mi paraguas.

-Es usted muy amable -dijo el anciano y respondí con una sonrisa.

-salí a despejar mi mente un poco pero no pensé que estaría tan fría la noche. -dije.

-si, es extraño en esta época del año. ¿Pero usted se ve algo triste, se encuentra bien? -según yo era perfecta disimulando mis estados de ánimo, pero este hombre me hizo ver lo contrario. En un segundo pudo darse cuenta, e incluso le preocupó mi aspecto.

-Oh si claro, estoy bien. Muchas gracias, solo estaba pensando... es una bonita noche para recordar cosas. -dije evitando el tema.

-justamente estaba en eso también. Tal parece que esta es la noche de los nostálgicos.

Un silencio acompañado por el ruido de la lluvia cortó nuestra conversación incómodamente hasta que él continuó la plática. -me acuerdo que cuando era niño, y eso fue hace mucho tiempo, me encantaba saltar sobre los charcos. Y hacer guerras de barro, pero no podía hacerlo seguido. Me habría encantado hacerlo más.

-no creo que exista niño que no ame saltar sobre los charcos. Siempre lo hacíamos con una amiga. ¿Sus padres no lo dejaban jugar en la lluvia? -pregunté.

-ellos eran muy estrictos, pero como en toda familia. La verdad ya ni me acuerdo, ha pasado tanto tiempo que ya envejecí de tanto pensar en eso.

Aquellas palabras me hicieron reír, había un candor especial en su voz y en su forma de ser que me llamaba a seguir conversándole a pesar de la lluvia.

-Me llamo Julie, ¿y usted?

-Julie, que bonito nombre. Yo me llamo...

Justo en el momento en que me dijo su nombre explotó un trueno muy fuerte que nos asustó y no pude oírlo. Inmediatamente la suave lluvia se había convertido en un temporal. Sin embargo esperamos un momento sin hacer el gesto de irnos, pero luego fue inevitable intentar salir corriendo en busca de un refugio.

-Oh por dios, está muy fuerte la tormenta, creo que debemos irnos. ¿Usted vive por aquí cerca? -pregunté.

-La verdad es que vivo muy lejos, estaba pasando por aquí nada más. Pero déjeme acompañarla hasta su casa.

-Muchas gracias. -Respondí- así puedo darle mi paraguas en cuanto lleguemos.

El hombre sonrió, y partimos corriendo. Sorpresivamente era bastante rápido y correr no significaba un problema para él.

En pocos minutos llegamos a mi edificio, en la puerta el anciano intentó despedirse pero dentro de mí sabía que al cruzar la puerta de mi casa seguiría igual de sola, con esa misma angustia y más aún con una amenazante tormenta sobre mi cabeza.

- ¿le gustaría pasar a mi departamento mientras pasa la tormenta? -propuse.

-Oh no, no se preocupe. No quiero importunarla -dijo modestamente.

-por favor, déjeme insistir. Usted vive lejos y ya no pasan buses a esta hora y bajo esta lluvia.

El hombre evitaba mirarme a los ojos, algo de su carismática forma de ser se contradecía con algo de timidez. Pero esa no me parecía razón suficiente para desconfiar de él. Sonrió diciendo: "está bien. Acepto pero solo hasta que pase la tormenta"


"Speechless" - TERMINADA-Kde žijí příběhy. Začni objevovat