Capítulo 35

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Emma acompañó a David a hacer las compras de la semana al súper mercado. Compraron todo lo que necesitaban: verduras, frutas, carne, leche, cereales, helado, chocolate, artículos de limpieza para la casa y de aseo personal. Al salir del súper mercado, guardaron todas las bolsas en la camioneta y emprendieron camino de regreso a su casa.

- Emma necesito decirte algo. – Dijo David bajando el volumen de la radio.

- ¿Si? – Preguntó Emma dejando de cantar y centrando la atención en su padre.

- Quiero pedirte perdón por lo de Buttercup. – Se disculpó David con sinceridad.

- Papá, eso ya pasó. – Dijo Emma intentando quitarle importancia el asunto.

- Habrá pasado, pero es importante que sepas que lo hice para cuidarte y protegerte. Lamento que hayas salido lastimada por eso. – Explicó David.

- Sé que lo hiciste para cuidarme, así que gracias por cuidarme y por disculparte. – Aceptó ella con una pequeña sonrisa.

Volvieron a subir el volumen de la radio y se perdieron en la música, cantando cada canción que sonaba. A mitad de camino, se detuvieron a una estación de servicio a cargar nafta. David fue a pagar al snack-bar la nafta ya que quería hacerlo con tarjeta de crédito y el postner estaba dentro. Emma decidió salir de la camioneta para tomar aire mientras lo esperaba.

- Hola Emma. – Saludó Neal apareciendo de repente frente a ella.

- ¿Qué haces acá? ¿Qué parte de que no quiero verte nunca más no entendiste? – Cuestionó ella sorprendida de que él haya aparecido después de varios días.

- Tranquila, solo quiero que hablemos. – Respondió él con calma, haciendo de cuenta que todo estaba bien entre ellos.

- Pero yo no quiero hablar con vos. – Retrucó ella cruzándose de brazos defensivamente. – Deberías irte antes que mi papá vuelva, sabes que si él te ve cerca mío va darte una fuerte paliza. – Aconsejó algo amenazante.

- ¿Más fuerte que la que te dio Peter? – Preguntó él con una sonrisa malvada.

- ¡No me provoques! – Exclamó ella enojada.

- Perdón, mala mía, no debería haber dicho eso. – Dijo él sacudiendo las manos en el aire a modo de arrepentimiento.

- No deberías haber dicho eso, ni deberías estar acá. – Dijo ella seriamente.

- Vos tampoco deberías estar acá. – Dijo él invadiendo su espacio personal.

- ¿Qué se supone que significa eso? – Preguntó ella dando un paso hacia atrás para alejarse de él y quedando pegada contra el costado de la camioneta.

- Que los chicos perdidos siempre vamos a ser chicos perdidos. – Respondió él mirándola con gran intensidad y volviendo a invadir su espacio personal. – Podrás estar jugando a la familia feliz todo lo que quieras, pero tarde o temprano todo se va a derrumbar. – Advirtió.

- No tenes idea de lo que estás hablando. – Negó ella intentando mostrarse como si no le estaría afectando la situación.

- De hecho si la tengo, y creo que en el fondo vos sabes que yo tengo razón. – Dijo él agarrando la cara de ella, para que no pueda desviar su mirada de la suya.

Era increíble lo mucho que unas simples palabras podían afectarla tanto y hacerla volver a dudar todo lo respectivo a su vida. Neal tenía ese poder sobre ella, el poder de hacerla sentir esa niña perdida y abandonada que había sido por mucho tiempo de su vida. Él se acercó a ella para darle un beso, pero ella corrió la cara haciendo que el beso quede simplemente en la mejilla. Al sentir ese pequeño contacto su cuerpo se vio invadido por un fuerte escalofrío. Estuvo a punto de pegarle una cachetada, pero antes que pueda hacerlo él se fue. Lo observó irse hasta que desapareció de su vista, re pensando una y otra vez todo lo que él había dicho en su cabeza.

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