Capítulo 16

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Emma escuchó a sus padres llamando su nombre, hasta incluso sintió a ellos sacar a su hermano de sus brazos, y sus caricias en sus brazos y mejillas. Pero su cabeza ya estaba demasiado perdida en los recuerdos, tanto que de repente perdió el conocimiento. De repente un fuerte olor a alcohol penetrando su nariz la hizo abrir los ojos. Intentó librarse del olor, pero le fue imposible. De a poco fue recuperando la conciencia, notando que estaba acostada en el sillón y dando cuenta que el olor provenía de la botella que Mary Margaret estaba sosteniendo frente a su cara para hacerla despertar.

- ¿Cómo te sentís? ¿Estás bien? – Preguntó Mary Margaret preocupada, dejando la botella de alcohol etílico a un lado.

- Como si me habría pasado un tren por encima. – Respondió Emma con un tono que pretendía ser gracioso. - ¿Qué paso? – Preguntó incorporándose en el sillón y sentándose para poder hablar más cómoda.

- Te desmayaste, perdiste el conocimiento. – Contestó Mary Margaret muy intranquila con la situación.

- Estabas sentada en el piso con Leo en brazos, intentamos hablarte pero parecías no escucharnos ni reconocernos, y de repente te fuiste. – Explicó David con la cara llena de temor al recordar el momento.

- ¿Hay algo que tengas que decirnos? ¿Te estuviste sintiendo bien éstos días? ¿Estás comiendo como corresponde? – Cuestionó Mary Margaret sentándose en la mesa ratona, para quedar frente a Emma.

- Estoy bien, me siento bien, fue solo un ataque de pánico. – Respondió Emma dando un largo suspiro que la ayude a tomar fuerzas para hablar de eso con sus padres.

- ¿Ataque de pánico? – Preguntó David algo confundido y sentándose en la manga del sillón.

- Leo estaba llorando porque ustedes estaban peleando y gritando, y digamos que los gritos a veces tienen ese efecto en mí. – Expresó Emma tímidamente ya que la avergonzaba no poder controlar sus ataques.

- Siento que hayas presenciado la pelea bonita, y perdón, no sabíamos lo de tus ataques. – Se disculpó David.

- ¿No lo leyeron en mi expediente? – Preguntó Emma algo molesta al pensar que sus padres no habían leído con atención su vida plasmada en unas hojas.

- Si, pero no sabíamos que los gritos eran lo que los causaban. – Respondió David con sinceridad.

- ¿Por qué los gritos hacen que tengas ataques de pánico Emma? – Preguntó Mary Margaret suavemente acariciándole las rodillas, curiosa por saber sobre eso pero con miedo de generar que Emma salga corriendo.

- No me toques. – Dijo Emma apartando sus piernas del piso y llevándolas hacia su pecho para poder abrazarlas defensivamente.

- ¿Por qué? – Preguntó Mary Margaret sorprendida ante la reacción de Emma.

- No me gusta que me toquen. – Respondió Emma mordiéndose el labio para liberar algo de la tensión que sentía.

- No te gusta que te toquen y los gritos te hacen tener ataques de pánico, Emma tenemos que hablar de ésto. – Dijo Mary Margaret preocupada.

Las cicatrices y heridas de su pasado, habían hecho que Emma tenga esas reacciones. Ella estaba acostumbrada a que la maltraten, y de repente tener personas que se preocupen por ella y sean amables y afectuosas resultaba abrumador e irreal. No estaba lista para hablar de eso con sus padres, se sentía demasiado vulnerable y expuesta. ¿Por qué tenían que hacer todas esas preguntas? ¿Por qué no podían conformarse con tener sus expedientes, los cuales prácticamente decían todo? Sus miradas eran tan intensas que tuvo que esconder su cara entre sus piernas y brazos, haciéndose como una pequeña bola.

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