Capítulo 4

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Advertencia: el capitulo puede contener referencias a hechos violentos.

Para Emma entrar a un colegio nuevo era como un laberinto a resolver. Se sentía perdida. No solo porque no sabía donde estaban las cosas, sino porque no conocía a nadie. Le llevó unos cuantos minutos encontrar el casillero que le habían asignado y otros cuantos poder abrirlo. Lo que más le costó fue encontrar el aula. Como era de esperar, llegó tarde. La profesora le dio un largo discurso sobre su llegada tarde, hasta que se dio cuenta que ella era una alumna nueva. La hizo presentarse frente a toda la clase, a lo cual Emma solo pudo decir su nombre. Odiaba las presentaciones y odiaba las preguntas personales. Por suerte la profesora se conformó con eso y la dejo ir a sentarse a un lugar libre. Pero como castigo por haber llegado tarde, la hizo ser su asistente durante toda la clase. Le hizo borrar el pizarrón más de una vez y leer en voz alta. Emma se sentía nerviosa, expuesta y estresada, así que cuando esa clase terminó se sintió aliviada.

El recreo lo dedicó a buscar el aula de su siguiente clase, para esa vez no llegar tarde. No iba a poder aguantar otra clase como asistente. Emma aprovechó que el aula estaba vacía y eligió sentarse en un banco al fondo contra la ventana. Se dedicó a escuchar música, mientras el aula se llenaba de alumnos, hasta que llegó la profesora. Belle, la profesora de literatura, tomó lista y se puso a conversar con la clase sobre el libro "El alcalde de Casterbridge". Emma no tenía energías para escuchar sobre ese libro que ya había leído, estaba teniendo un mal día, así que se enfocó en mirar hacia fuera por la ventana y a escribir frases de canciones en su cuaderno.

- Emma. – Dijo Belle en un tono insistente, era la tercera vez que nombraba a Emma para llamar su atención.

- ¿Si? – Preguntó Emma, finalmente reaccionando.

- Sé que sos nueva y probablemente no leíste el libro, pero ¿Podrías prestar más atención a la clase por favor? – Pidió Belle en un tono muy calmo y amable.

- Si leí el libro. – Respondió Emma sorprendiéndose a ella misma. ¿Por qué había dicho eso? Ahora todos iban a pensar en ella como la rara chica nueva que le gusta leer.

- ¿Lo leíste? ¿Podes contar tu opinión a la clase? – Preguntó Belle mirándola atentamente, como si quisiera comprobar si Emma estaba diciendo la verdad.

- Mi parte favorita es la descripción de la ciudad, narrada desde el punto de vista de una abeja que viaja de un lado a otro de ella. Es muy visual. Creo que lo que intenta de hacer Hardy (el autor) es alinear su punto de vista, no como un Dios que todo lo ve, sino como un insecto. Un insecto que es la criatura más pequeña y humilde de la naturaleza. Lo cual, me parece, es bastante romántico. – Contestó Emma con sinceridad, era como si las palabras habrían escapado libremente de su boca antes que pueda pensarlas o detenerlas.

- Es una opinión muy crítica y correcta. Se nota que no solo has leído, sino que has pensado y sacado tus conclusiones. – Aceptó Belle mirándola con una pequeña sonrisa y halagándola.

Emma, sin embargo, no se sentía halagada. Lo único que sentía era la palabra "rara" resonar en sus oídos.

Al llegar la hora del almuerzo Emma tuvo que hacer un gran esfuerzo para no irse a encerrar al baño. Los comedores escolares eran como grandes campos de batalla, esa es la forma en que a ella le gustaba pensar sobre ellos. Cada grupo de personas tenía su mesa y estaba todo tan estereotipado, que la hacía sentir enferma.

Pero no, no podía encerrarse en el baño. Ya había pasado por eso, y se había prometido a si misma que no iba a volver a dejar que pase. Así que agarró una bandeja, se sirvió una porción de comida, y se sentó en una mesa de afuera que estaba vacía. Se dejó los auriculares puestos para no escuchar los murmullos de las personas. Si iba a escuchar algo, eso iba a ser la hermosa música que tanto amaba. Por suerte comió tranquila, nadie se acercó a molestarla. Terminó su comida, y levantó su bandeja para devolverla al mostrador. Cuando estaba por abrir la puerta del comedor, alguien la abrió antes desde adentro y chocó con ella, haciendo que las cosas de su bandeja caigan al piso. Por suerte nada se rompió.

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