Capítulo 32

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Al rato que Killian se fue, Cora y Regina llegaron junto con Leo. Emma estuvo con Regina y Leo un largo rato, hasta que Mary Margaret salió de cirugía y todos los papeles del hospital fueron arreglados. Gracias a que Cora era la alcaldesa, Emma fue ubicada en una habitación del hospital junto con su padre y con su madre. Emma estuvo largo rato esperando a que alguno de sus padres despierte y observando en las maquinas que sus signos vitales estén normales, hasta que el sueño finalmente la invadió. Cuando se despertó se sintió confundida, ya que nunca había tenido intenciones de dormirse. Tuvo que parpadear unas cuantas veces para acostumbrarse a la luz de la habitación. Al abrir los ojos recordó que estaba en el hospital y los motivos. De repente unas voces llamaron su atención, sus padres estaban despiertos. Mary Margaret estaba recostada en su cama y David estaba sentado en la cama de ella agarrándole la mano.

- Hola bonita. – Saludó David a su hija al notar que se había despertado.

- Están despiertos. – Dijo Emma incorporándose en la cama para poder sentarse, mirándolos con gran asombro.

- Si, estamos despiertos desde hace un rato. – Asistió David. – Perdón por haberte hecho preocupar. – Se disculpó al notar la mirada de Emma llena de tristeza y alivio.

- Y estamos acá gracias a vos, porque nos salvaste. – Dijo Mary Margaret emocionada al recordar como Emma la había ayudado a salir de la camioneta.

- Yo no podía perderlos. – Confesó Emma con la voz temblorosa. – No puedo perderlos. – Se corrigió ella misma.

- No nos vas a perder. – Aseguró Mary Margaret.

- Fuiste muy valiente. – La halagó David mirándola lleno de orgullo.

- Yo no fui valiente, estaba muerta de miedo. – Negó Emma sacudiendo su cabeza y escondiendo su cara detrás de sus manos. – Tenía miedo de perderlos sin que ninguno sepa lo mucho que los amo. – Admitió dejando escapar las lágrimas que había estado conteniendo.

Emma se puso a llorar, necesitaba descargar todo ese dolor que había estado cargando desde el momento del accidente. David estuvo junto a ella en un instante y la refugió en sus brazos. Emma se dejó abrazar y disfrutó de lo bien que se sentía, los abrazos de su padre siempre la hacían sentir protegida. Sabía que a su madre también le gustaría estar en ese abrazo, pero ella estaba recuperándose de algo más complicado y todavía no estaba como para moverse. Así que una vez que se sintió un poco más tranquila interrumpió el abrazo, agarró la mano de su padre y lo guió hacia la cama de su madre. Emma se acostó al lado de Mary Margaret para poder abrazarla y descansó sus piernas en las de David, quien se sentó frente a ellas observándolas con cariño. Sus padres estaban bien y estaban con ella, eso fue todo lo que necesitó para que su mundo vuelva a girar.

- Mamá, papá, los amo. – Dijo Emma emocionada de poder decir eso que sabía desde hace tanto tiempo, pero le había costado admitir.

- Nosotros también te amamos. – Dijo Mary Margaret dejando escapar un par de lágrimas de felicidad de sus ojos.

- Vos y Leo son las personas que más amamos en el mundo. – Dijo David con gran convicción agarrando la mano de Emma.

- Perdón por haber arruinado tu cumpleaños. – Se disculpó Mary Margaret después de un gran silencio.

- No fue culpa de ustedes. – Negó Emma. - En todo caso fue mía porque yo los distraje peleándolos con que no se habían acordado. – Agregó sintiéndose culpable.

- No fue tu culpa Emma. – Desacordó David. – Fue un accidente, y si queres culpar a alguien debería ser al conductor de la otra camioneta por no frenar a pesar de que la señal de transito lo pedía. – Explicó pacientemente.

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