Capítulo 31

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Si a Emma le preguntarían cual era el día que más odiaba del año, la respuesta era simple y clara: su cumpleaños. Emma odiaba cumplir años porque siempre había tenido malas experiencias con ellos. Nunca había tenido una fiesta, nunca había tenido regalos, nunca le había importado tanto a alguien como para que le desee un feliz cumpleaños. Esa vez tenía la esperanza de que iba a ser distinto, ya que ahora tenía una familia y amigos. Sin embargo, no lo fue. La mañana fue pasando y se fue desilusionando al no recibir ningún llamado, mensaje, saludo, ni comentario al respecto. Evitó los sentimientos mezclados que la invadían al respecto y decidió desayunar porque su estómago se lo estaba pidiendo.

- Emma, que bueno que ya estás despierta. – Dijo Mary Margaret al verla unirse a la cocina para el desayuno. – Cuando termines de desayunar, vete a cambiar así salimos. – Indicó a su hija y volvió su atención al diario que estaba leyendo.

- ¿Salir? ¿A dónde? – Preguntó Emma confundida.

- De compras, necesitas renovar tu ropa y tenemos que conseguir un par de cosas para la casa. – Respondió Mary Margaret.

- Aparte está bueno aprovechar que Cora se llevó a Leo de paseo, ir de compras sin él es más sencillo. – Agregó David uniéndose a la conversación.

- Vayan ustedes de compras, yo no tengo ganas. – Dijo Emma con la boca llena de cereales.

- No es opción que te quedes, la ropa para comprarla hay que probársela. – Justificó Mary Margaret.

- Aparte si yo tengo que ir, vos también. – Dijo David defensivamente ya que a él tampoco le gustaba ir de compras.

- Vamos, será divertido tener una salida en familia. – Intentó animarla Mary Margaret.

- Puff, como digas. – Dijo Emma irónicamente y revoleó su mirada.

- Ve a cambiarte. – Ordenó Mary Margaret.

- No podes obligarme a ir si no quiero. – Discutió Emma.

- Claro que puedo, soy tu madre. – Le recordó Mary Margaret, últimamente estaba usando mucho esa excusa. – Tienes quince minutos para estar lista. – Informó dando por cerrado el tema.

Emma se dio por vencida e hizo lo que su madre le pidió. Se dio una dicha rápida y se cambio. No tenía ganas de salir con sus padres, mucho menos en ese día. ¿Se suponía que tenía que hacer algo con todo eso? ¿Tendría que decirles a sus padres que ese era el día de su cumpleaños? Emma estaba desconcertada y no tenía la menor idea de cómo actuar en esas situaciones. Ella siempre había pensado que las personas que tenían familia y amigos pasaban buenos cumpleaños, pero claramente ella debía ser la excepción. ¿Sus padres y amigos sabrían que era su cumpleaños? ¿Les importaría? ¿Se habrían olvidado? Tantas eran las posibilidades y Emma no sabía cual era la indicada.

Se subieron a la camioneta y emprendieron camino hacia la feria de Neverland. Emma se dedicó a mirar el paisaje que pasaba ante sus ojos por la ventanilla, como medida para calmarse. Estaba funcionando, hasta que sus padres empezaron a hacerle preguntas sobre que quería comprar y que necesitaba. ¿Cómo podían estar preguntando y llenando su cabeza con todo eso cuando ni siquiera podían recordar el día de su cumpleaños?

- ¡Basta! ¡Yo no quiero, ni necesito comprar nada! – Exclamó Emma, finalmente explotando.

- Eso no es cierto, desde que estás acá con nosotros que no fuimos de compras, te hace falta mucha ropa. – Intentó hacerla razonar Mary Margaret.

- No importa, yo no quiero nada de ustedes. – Discutió Emma.

- Pensaba que a los adolescentes les gustaba comprar ropa. – Dijo David de forma chistosa, buscando hacerla reír.

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