Capítulo 24

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Los siguientes días fueron duros y difíciles. Emma continuó haciendo su vida normal, como ir al colegio, ayudar a David con los caballos y Mary Margaret con la huerta y las ovejas, pasar tiempo con sus amigos... Pero sin embargo, estaba como ausente aún cuando estaba presente en los momentos. No hablaba. El dolor que sentía era muy grande y tenía miedo de que aumente. Tenía miedo de querer a las personas que la rodeaban. Tenía miedo de sentir. Era como si había vuelto a ser la niña asustada que era cuando llegó a lo de sus padres, y no la niña que había cambiado y logrado abrir su corazón gracias a Henry y sus amigos. Era como haber dado cien pasos hacia atrás. Ella estaba conciente de eso, pero no podía evitarlo, no podía cambiarlo. Las pesadillas con memorias del pasado seguían atormentándola y eso hacía que más de una noche recurra a lastimar sus muñecas.

Una tarde decidió volver a leer al arroyo, ese lugar siempre le había dado paz y esperaba que ahora también lo haga. Mojó los pies en el agua y deseó que el arroyo fuera lo suficientemente profundo como para nadar. Pero como no lo era, se sentó en la sombra de un árbol y se puso a leer el libro que había llevado con ella.

- Hola. – La saludó Killian.

- Hola. – Devolvió ella el saludo, era la primera vez que estaban solos desde que Henry ya no estaba.

- Te preguntaría cómo estás, pero sé que es una pésima pregunta. – Dijo él agarrando un par de piedras y tirándolas al arroyo.

- Mal, estoy mal. – Admitió ella después de un largo silencio donde se dedicó a mirar como él arrojaba las piedras.

- Yo también estoy mal. – Coincidió él. – Lo extraño. – Confesó con la voz temblorosa.

- Yo también lo extraño, todos los días. – Dijo ella derramando un par de lágrimas silenciosas.

- ¿Qué estás leyendo? – Preguntó él cambiando el tema y enfocándose en el libro que ella tenía en sus piernas.

- Había una vez. – Respondió ella con una sonrisa triste, era el libro favorito de Henry.

- ¿Puedo leerlo con vos? – Preguntó él rascándose detrás de la oreja de una forma nerviosa.

- Claro. – Contestó ella señalando el espacio libre que había a su lado, como para darle a entender que se siente.

Killian se sentó a su lado y ambos se pusieron a leer el libro. Leyeron en voz alta, turnándose página por página. Por momentos se detenían y hacían comentarios sobre lo que a Henry le gustaba o no le gustaba, o lo que opinaba sobre distintas partes de la historia. Ese fue el rato más sincero y aliviador que Emma vivió desde que había perdido a Henry. Con Killian se sentía bien expresar su dolor, porque él la entendía.

Al rato el celular de Killian sonó y se despidió de ella ya que su hermano solicitaba su ayuda. Emma se quedo leyendo un rato más, hasta que se vio interrumpida por pequeñas gotas de agua cayendo del cielo. Emma no se había dado cuenta de que se estaba por hacer de noche y del mal tiempo, se había perdido tanto en la lectura que no lo había notado. Guardó el libro en su morral y comenzó a caminar hacia su casa. Como se estaba haciendo de noche y no quería que sus padres se enojen por su llegada tarde, decidió acortar el camino por medio del bosque y los campos. En cierto momento escuchó ruido como a animales peleando, lo cual llamó su atención. Decidió seguir los sonidos y lo siguiente que vio la hizo horrorizarse, el lobo estaba atacando a Buttercup. Su primer instinto fue gritar, lo cual por suerte resulto positivo. El lobo ante la sorpresa se escapó corriendo. Buttercup cayó al barro y Emma corrió hacia él. Tenía tres mordidas en su lomo. Tenía que curarlo y salvarlo, no podía perder a nadie más. Ayudó al caballo a pararse y lo comenzó a guiar hacia su casa. Como el caballo estaba muy débil, lo ayudó dejando que descanse su cabeza contra el hombro de ella, para así poder cargar algo de su peso. El camino se hizo interminable, la lluvia era cada vez más intensa y más de una vez cayeron al césped.

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