Capítulo 20

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Esa mañana Emma faltó al colegio, ella pidió a sus padres si en vez de ir a clases podía acompañar a Henry en su sesión de quimioterapia y ellos le dieron permiso. La mañana fue complicada y Henry se sintió bastante mal. Pero a pesar de su malestar, rieron y leyeron un rato. Recién al mediodía Henry empezó a sentirse mejor.

- No me habías contado nada sobre Killian. – Comentó ella mientras cortaba el pollo para que Henry pueda comerlo. Él no tenía fuerzas como para cortar la comida y por más que se sentía avergonzado de que ella lo ayude, Emma no le iba a dejar esforzarse.

- Lo sé. – Asistió él. – Era nuestro secreto. – Justificó.

- Pero ahora yo lo sé. – Le recordó ella.

- Si, pero sé que lo guardarás. – Dijo él agarrando su tenedor para empezar a comer la comida que ella le había cortado.

- ¿Si sabías que iba a guardar el secreto por qué no me lo contaste antes? – Preguntó ella con curiosidad.

- Porque se sentía como traicionar a Killian. Yo soy bueno guardando secretos, así como guardo los tuyos también guardo los de él. – Explicó él.

- Bien. – Aceptó ella pensativa.

- Entonces, ¿Killian es el chico que te gusta? – Preguntó él entusiasmado.

- ¿Cómo sabes? – Preguntó ella asombrada de que el niño se haya dado cuenta de eso.

- No habrías reaccionado así si no sentirías algo por él. – Respondió él. – No te preocupes, él también gusta de vos. – Agregó con la mirada llena de ilusión.

- Henry... - Comenzó a decir ella.

- Lo sé. – La interrumpió él. – No tengo que hacerme ilusiones, pero Emma si en verdad gustan uno del otro, ¿Por qué no pueden estar juntos? – Cuestionó.

- Yo no sé si estoy lista para estar con alguien. – Confesó ella tímidamente. - ¿Aparte cómo estás tan seguro de que él gusta de mí? – Preguntó insegura, nunca se había sentido como alguien capaz de hacer que las personas gusten de ella.

- Créeme, lo hace. – Aseguró él. – Si no lo hace, estaría loco. – Dijo con confianza.

- Suficiente de conversación amorosa, come tu comida sino yo lo haré por vos. – Advirtió ella dando por cerrado el tema.

- De acuerdo. – Aceptó él. – Entonces, ¿Cuándo vas a cumplir mi deseo? – Pidió saber.

- ¿Qué deseo? – Preguntó ella confundida.

- A todos los niños que tienen cáncer siempre les cumplen un deseo, y pienso que vos sos la indicada para hacer que el mío se cumpla. – Explicó él mientras comía tranquilamente su comida.

- ¿Cuál es tu deseo? – Preguntó ella con curiosidad.

- Quiero salir del hospital, aunque sea por un rato. Me gustaría ir a un partido de fútbol. – Respondió él lleno de ilusión al pensar lo que quería.

- Te prometo que voy a hacer todo lo que este a mi alcance para lograrlo. – Prometió ella empezando a usar su cabeza para encontrar la forma de concederle el deseo.

- Lo sé, por eso te lo estoy confiando a vos. – Aseguró él con una sonrisa.

Una vez que Henry comió toda su comida, jugaron un rato a las cartas. Al rato Emma decidió irse, no habría ido al colegio pero por lo menos quería estar en su casa para ayudar con lo que pueda en modo de agradecimiento. Aparte tenía que aceptar que por más que le gustaría estar todo el día con Henry, no podía hacerlo. Ella no podía detener su vida por ese niño, sin importar cuanto lo amaba y cuanto estaba dispuesta a hacerlo. Incluso Henry estaba en contra de eso, y siempre la alentaba para que salga con sus amigos y haga cosas.

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