Capítulo trece: Un Diario Peligroso.

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Atravesamos las cortinas del café, y nos adentrábamos al interior. Aun conversando el tema, nos situamos en los reservados.

Hace poco había recibido una llamada de Emma, diciendo que teníamos que encontrarnos en el café. Asunto urgente, de acuerdo a sus exactas palabras.

—Bien —dijo Rikki, una vez Cleo y Emma se sentaron frente a nosotras—, ¿qué pasa?

—Sí, ¿qué era tan urgente? —cuestioné.

Emm miró a Cleo y ella bajó la mirada, incómoda. Se inclinó hacia nosotras y dijo en tono cauto:

—No quise hablar de esto en mi casa porque mi hermano me ha estado espiando —alcé una ceja mientras Emma hacía una pausa, demasiado larga y sus ojos iban de Rikki hacía mí, maximizando el efecto dramático—. Cleo escribió un diario que nos pone en peligro a todas. —soltó al fin.

—Un diario pequeño. —especificó Cleo, y Emma la miró duramente.

—Un diario —repetí—, ¿y cómo nos afecta...?

— ¡Kayla, esto es realmente serio! —Me interrumpió Emma, irritada a más no poder—, ¡ese diario explica detalladamente que somos sirenas!

— ¿Qué? —exclamé.

—Espera, ¿qué? —Dijo Rikki casi al mismo tiempo. Abrió los ojos como platos y automáticamente miramos a Cleo— ¿Cómo que explica que somos sirenas? —Entonces la miró con el inicio de enfado e incredulidad— ¡¿Escribiste un diario... sobre nosotras?!

—Cleo, ¿por qué no nos contaste? —inquirí, preocupada. Cualquiera podría encontrarlo y... miré a Cleo y dije: —. Nadie lo ha visto, ¿cierto?

—Jamás se lo mostraría a nadie. —se apresuró a decir.

—Su hermanita lo encontró, lo leyó. —intervino Emma, empalideciendo al instante.

— ¿Y qué estamos esperando? —espetó Rikki.

—Tenemos que recuperarlo lo antes posible. —añadí.

—No se preocupen, lo recuperé —intervino Cleo—. Lo encontré debajo de la almohada de Kim. Está a salvo.

— ¿Y ella lo leyó... —Rikki adquirió una expresión de espanto y a mí me dio un vuelco al corazón— sabe... sobre nosotras?, ¿sobre ser sirenas?

—Sí —asintió Emma, soltando un suspiro— Y se lo contó a Elliott —creo que los ojos se me iban a salir de las cuencas de tanto que los abrí—. Ellos... saben o al menos tienen la sospecha de que somos sirenas.

—Esto es malo —murmuré—. Realmente malo.

—Calma, solo tenemos qué...

—Miren quien está aquí. —Kim y Elliott, ingresaron al café. En ningún momento dejaron de mirarnos, con el ceño fruncido. Ni siquiera cuando se sentaron en una mesa, de tantas, la más cercana a nosotras.

—Voy a castigarla. —Cleo intentó ponerse de pie, pero Emma se lo impidió.

—Solo ignóralos. —aconsejó.

— ¿Y si ellos... tratan de hacer algo? —indagué.

—Solo actúen con normalidad. —insistió, y no me quedó de otra que asentir.

Pero, justo en ese momento, como una poco beneficiosa contradicción de la vida, el hermanito de Emma, sacó del interior de su mochila algo que distinguí como una pistola de agua.

—Eso, no funcionará.

Me sentí de repente tensa y preocupada. ¿Acaso pretendían exponernos, aquí, frente a todos?

— ¡No se dan por vencidos! —espetó Emma.

—Entonces tenemos que hacer algo. —manifestó Rikki. De reojo reparé en que el hermanito de Emm, comenzaba a ponerse de pie.

—Ohm... ¡Lewis! —por suerte, nuestro rubio amigo, estaba cerca en el momento adecuado. El volteó al instante y le hice una seña para que se acercase.

Lewis obedeció y se acercó a nuestra mesa, ocupando un asiento al lado de Cleo, dejándola entre él y Emma. Rápidamente procedimos a contarle toda la situación y a medida que Lewis comprendía la situación, yo me ponía cada vez más nerviosa con la mirada insistente que nos dirigían los chicos y lo que fuese que estuviesen murmurando sobre nosotras.

— ¿Qué tanto saben? —quiso saber Lewis, tras echarle una mirada a la pareja.

—Saben casi todo. —dijo Rikki.

—El agua, los poderes... —expliqué.

—Al principio creímos que si los ignorábamos lo olvidarían, pero... —Emm dejó la frase en el aire.

—Lo mejor es darles una pista falsa —comenzó a decir Lewis. Parecía tener la estrategia lista—, que crean que el diario es sobre otra persona.

— ¿Cómo quién? —instintivamente miramos alrededor y casualmente, Miriam y Tiffany se encontraban sentadas en una mesa, justo frente a la nuestra. Lewis sonrió.

—Síganme —susurró, e instantáneamente se puso de pie. Comprendiendo un poco a lo que quería llegar, Emma, Cleo, Rikki y yo, obedecimos—. ¡Hola, Miriam! —saludó, una vez estuvo frente a la rubia y le dedicó una sonrisa torcida.

Miriam frunció el ceño, con desconfianza; mientras que nos deteníamos y formábamos un pequeño círculo alrededor de ella.

— ¿Por qué me están hablando? —Cuestionó, arrugando el entrecejo—. Ustedes nunca me hablan.

Sip, Miriam podría ser la persona más malvada del mundo pero si tenía que hablarle un poco para que no descubrieran nuestro secreto, lo haría.

—Eso no es cierto, Miriam —Cleo, negó enérgicamente con una sonrisa amigable y hasta podría decirse que genuina—. Tú nos agradas.

—Algo así —dije, con sonrisa que ni yo me creía. Honestamente, me era difícil fingir. Miré a las demás, sin saber que más decir—. Ohm...

—Nos enteramos que vas a participar en el concurso —intervino Emm—. Buena suerte.

—No la necesito, no tengo competencia. —entonces fijó sus ojos en Cleo, y prácticamente cada palabra que salió de su boca traía mensajes subliminales de: yo soy mucho mejor que tú, supéralo. Se cruzó de brazos y entrecerró los ojos—. No creas que no sé qué te inscribiste en el concurso —dijo. Estuve a punto de rodar los ojos—. Yo lo sé todo. — Wow, increíble.

— ¿Ah, sí? —Emm sonrió—. Oh, está bien. Adiós.

Y nos alejamos de allí, gracias a dios.

Salimos del café con toda la normalidad del mundo, pero una vez estuvimos fuera, rápidamente nos escondimos en una esquina del establecimiento y esperamos.

— ¿Y ahora qué? —preguntó Cleo, en un susurro.

—Esperamos —dijo Emm—. Cuando Miriam salga, también lo harán los chicos.

—Y les haremos creer que ella es la sirena. —añadió Rikki.

— ¿Cómo? —quise saber.

En ese preciso momento, Lewis salió del café y Emma le hizo señas para que se acercara.

— ¿Dio resultado? —inquirió, una vez Lewis estuvo frente a nosotras.

—Como lo esperaba. Dejé una trampa en el ordenador. Creerán que es de Miriam y así ustedes saldrán del radar de los caza-sirenas.

— ¡Ahí viene! —exclamó Cleo.

Miriam salió por la puerta, junto a Tiffany y casi tres segundos después, Kim y Elliott también lo hicieron, siguiéndolas a corta distancia. O lo más discretamente que podían hacerlo dos espías no oficiales.

—Vamos.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now