Primero me fijé en sus zapatillas All Stars desgastadas, hasta que lentamente mi vista fue a desembocar en una boca familiar que esbozaba una habitual sonrisa de superioridad y un poco más arriba dos ojos verdes que me perseguían bastantes en mis pensamientos.

Pero por una razón u otra me enfadé.

—¿¡Estás loco!?—Farfullé recomponiéndome. — Me has asustado, imbécil.

Marc se encogió de hombros inocentemente.

—¿De qué teníamos que hablar?

Ah, eso, por supuesto.

—Hugo la jodió bastante, su admiradora secreta no es esa tal Sofía, ¡es Irene!

El chico entreabrió la boca sorprendido antes de volver a cerrarla sin saber que decir.

—¿Estás segura? —Interrogó un par de segundos después.

Rodé los ojos sin evitar la mueca que por un instante curvó mis labios.

—¡No! Te he hecho venir a los baños de las chicas con una burda escusa para asesinarte y tirarte por los retretes. ¡O mejor! Te estoy mostrando la entrada de empleados del Ministerio.

Marc profirió una fuerte carcajada que me alarmó. Sin meditarlo presioné mis manos sobre sus labios para evitar que volviese a hacer eso.

—Baja el volumen, no deberías estar aquí.

Aunque claro, en aquel pequeño instante de pánico se me pasó por lato lo cerca que quedaría del chico y el poco control que podía ejercer sobre mi cuerpo en dicha situación.

Me forcé a separarme lo antes posible, pero fue tarde ya que los dedos de Marc se enroscaron en mis muñecas frenándome.

—También podría ser porque me querías en el baño, otra vez.

Le fulminé con la mirada y aunque la mitad de mi organismo comenzó a dejarse inhibirse por la corriente de hormonas y sentimientos entrelazados, la otra mitad tenía la imagen de Irene llorando en el baño.

Ese fue el motivo por el que impuse el sentido común sobre todo y le alejé. Además, apestaba a una colonia empalagosa que me revolvió el estómago.

—Ve a buscar a Hugo.

Narra Marc.

Me aparté como si me hubiese empujado, que al fin al cabo, era lo que había hecho. Suspiré asintiendo ante la orden.

—Luego tendremos que hablar tú y yo. —Susurré despertando la sorpresa en las facciones de Mack.

Alzó las cejas impertérrita.

—¿De qué?

Esbocé una sonrisa.

—Sorpresa, princesa.

Mackenzie farfulló algo inteligible y se apartó de mí para acudir junto a su amiga cuya respiraciones agitadas se escuchaban desde donde nos encontrábamos.

Sacudiendo la cabeza salí del baño de las chicas sin que nadie me viese. Ahora se me presentaba un nuevo problema.

¿Dónde coño estaba Hugo?

Había desaparecido buscando a Sofía sobre quien tenía la certeza, equivocada al parecer, que era su admiradora secreta.

Refugié las manos en los bolsillos de los pantalones y con paso resuelto comencé a patearme el patio. No debía haber pasado más de veinte minutos desde que lo había perdido de vista. Supongo que en ese tiempo no le daba el margen suficiente para liarla.

Al menos eso pensaba yo hasta que lo conseguí vislumbrar entre los estudiantes.

Lo que también presencié fue la bofetada que le cruzó el rostro por cortesía de una muy enfadada Sofía que tenía las mejillas arreboladas.

Oh bueno, por lo menos me ahorraba contarle que se había equivocado.

El verdugón que comenzaba a marcarle el rastro lo dejaba bien claro.


•••••••••

¡Volví! ¡Por fin se acabaron los exámenes! Dios... Pensé que nunca pasarían :'(

Bueno, estoy de vuelta en la página y  daré mucha guerra estos días que no tengo nada que hacer.

¿Qué les esperará a #Marckenzie? (O #M&M  a que alguno le gusta más)

¿Irene? ¿Hugo? ¿Qué habrá sido de Mateo?

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+Comentarios.

=Actualización al estilo Flash.

Os apreciamo.

Prim ♥

¡Aparta, imbécil!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora