La llegada del los vecinos.

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- ¡Mamá!- llame con un tanto de exageración a mi madre.

Se escucharon unos tacones y luego pude sentir su aroma de rosas a mi lado.

-¿Qué quieres? ¿No ves que estoy preparando la cena niña? - espeto con enojo.

- Mira- la corte señalando fuera de la ventana donde estaba recostada mirando hacia fuera- vecinos nuevos- termine por decir.

Mamá se acercó a la ventana junto a mi y miro fuera donde tres hombres de mudanza descargaban un gran sofá color negro, una mujer de cabellos rubios les daba indicaciones desde la puerta y al que pareciera ser el hombre de la casa de cabellos rubios igual que cargaba una niña parecida a el en brazos y la adentraba a la casa.

- Se ven, interesantes- hablo mamá restándole importancia y comenzó a caminar de vuelta a la cocina.

Los tres hombres ya se marchaban en el camión, la mujer y el hombre los despedían y la pequeña niña corría en el patio. Como un escalofrío, sentí como si alguien me observará, alce mi vista a la casa y en el segundo piso más a la derecha, asomándose desde la ventana vi un chico de cabellos negros. Me miraba detenidamente con sus manos apoyadas en el marco de la ventana, vestía una camiseta de botones negras con las mangas dobladas hacia arriba y su cabello era lizo y estaba por todos lados en su cabeza, alborotado como un torbellino.

Me asombre al verlo y retrocedí pasando de su vista y escondiéndome tras las cortinas. Mi pecho subía y bajaba con rapidez, mis labios estaban secos y podía sentir un escalofrío recorriéndome las piernas hasta el estomago.

- ¡Nirvana la cena ya esta, ven a comer niña!- Escuche el grito de mi mamá desde la cocina y corrí a ella a cenar.

Me senté y cinco minutos más tarde mi padre bajo las escaleras con sus manos ocupadas por todo el papeleo que llevaba del trabajo y se sentó a mi lado no antes de besar mi frente como solía hacer.

- ¿Cómo estás, preciosa?- me saludo y puso sus papeles a un lado de la mesa.

Mamá camino a ella con tres platos de comida y cuando estaba apunto de contarle mi estupido y aburrido día a mi padre mamá protesto

- Eso no va ahí Jorge- Espeto gruñona refiriéndose al papeleo de papá.

- Oh, sí- se apuro papá dejándole espacio a mi madre para que pusiera los platos en la mesa.

Todos nos sentamos y luego de la usual oración de hacemos antes de la cena, comenzamos a cenar en silencio, no fue hasta que todos habíamos terminado y estábamos por volver a nuestras respectivas tareas, cuando el timbre de nuestra casa comenzó a sonar, cosa muy inusual ya que no acostumbramos a tener visitas.

Mamá paro de fregar los platos y me dio una mirada confusa, papá paro de subir las escaleras y las volvió a bajar.

- ¿Esperabas alguna amiga, Nirvana?- pregunto papá desde el pie de las escaleras.

Negué con la cabeza y todos comenzamos a caminar a la puerta donde el timbre seguía retumbando. Papá miro por el pequeño agujero en la puerta y luego de un suspiro que parecía de alivio abrió la puerta.

-¡Hola!- nos saludo una entusiasta rubia, era la nueva vecina- Soy Erika, Erika Juilliard su nueva vecina- se presentó con una gran sonrisa.

Tenía ojos verdes oscuros y estaba como en sus cincuenta años o más.

- Soy Nick Juilliard- saludo el hombre estrechando la mano de papá- y ella es Verónica- termino señalando a la pequeña niña de unos cinco años que cargaba en sus brazos.

Mi madre sostenía una forzada, pero complaciente sonrisa hacia los nuevos vecinos y papá asentía levemente con la cabeza como si intentará marcar el ritmo de algo.

- Eh... Yo soy Jorge Doe, ella es mi esposa Gloria y mi hija Nirvana. Bienvenidos al vecindario vecinos- nos presento papá con un tono amable.

Yo que en algún momento de la conversación había empezado a mirar mis converse, levante mi vista y al lado de Erika estaba el chico de la ventana, con los mismos ojos verdes oscuros de Erika y con su pelo todo alborotado. Tome una bocanada de aire y di un paso atrás planeando en que el cuerpo de mi padre me escondería del chico, pero él seguía mirándome con los mismos intensos ojos verdes. En eso me di cuenta que sus padres no lo habían mencionado y que por alguna razón y era obvia, quería saber su nombre.

Mis padres terminaron de despedirse y subí a mi habitación con el estomago revuelto. Luego de lavar mis dientes y darme un baño salí en con la toalla envuelta en mi cuerpo, para buscar mi ropa de noche, fue cuando noté que mi ventana estaba abierta y que de el otro lado en la casa el chico me miraba por la misma ventana a oscuras en su habitación.

Quise gritar del susto o al menos correr de vuelta al baño intentando tapar mi cuerpo, pero a grandes zancadas camine hasta mi ventana y hale las cortinas cerrándolas por completo y poniéndome mi ropa de una vez.

¿Qué demonios se suponía que era esto? Ese chico me daba mala espina y por mi seguridad y la de mi vagina, mejor me alejaba de ese loco que parecía tener antecedentes criminales.
Me deje caer sobre mi cama y en todo lo que podía pensar era en lo que había pasado hace cinco minutos atrás. ¿Porque me habrá estado mirando con tanta seriedad? Era intimidante, sexy y a la misma vez excitante.

Ugh. Qué estoy diciendo. Mejor calmo mis hormonas y me acuesto de una vez.

Mucho fue lo que pensé en ese chico. Dos horas después me encontraba recostada sobre mi cama con una de mis manos en mi entrepierna con tres de mis dedos en mi cavidad y con la otra mano en el mismo sitio me tocaba el clítoris mientras gemidos descontrolados salían de mi boca, lo peor no era eso.

Si no que pensaba en el chico de al lado.

El es Virgen Where stories live. Discover now