Había rechazado múltiples invitaciones a bailar, muchas provenientes de chicas vestidas con trajes impecables, con miradas intensas y sonrisas confiadas. También algunos chicos se le habían acercado, con igual entusiasmo. Pero él no estaba ahí para socializar ni para jugar el papel de estrella. Él buscaba.

Sus ojos recorrían cada figura, cada antifaz, cada sombra entre el humo artificial que flotaba en el aire. Yoongi, a su lado, también buscaba sin mucho disimulo, aunque intentaba mantener la compostura con su copa de jugo entre los dedos. Ambos sabían a quiénes buscaban. Ambos sabían que no sería fácil.

Jungkook, sin embargo, no perdía la esperanza. Entonces, como si el universo le diera una señal, lo vio.

Una silueta conocida, caminando con calma hacia los baños, con un porte elegante y un antifaz que apenas cubría su rostro… pero que no podía ocultar del todo esos gestos, esa esencia tan única. Su corazón latió con fuerza en su pecho. Era él. Tenía que ser él.

—Voy al baño, ahora vuelvo —le dijo a Yoongi, sin esperar realmente su respuesta.

Yoongi solo asintió, concentrado aún en otro rincón del salón.

Jungkook comenzó a avanzar entre la multitud. La música seguía sonando con fuerza, y los cuerpos seguían moviéndose al ritmo, convirtiendo su trayecto en una carrera de obstáculos: empujones, disculpas, y constantes “permiso” que lo obligaban a abrirse paso casi a codazos. Pero nada de eso importaba.

Tenía que llegar.

Finalmente, divisó la puerta de madera oscura de los baños. Dio el último paso decidido hacia el pomo, justo cuando extendía la mano para abrirla…

¡PUM!

La puerta se abrió de golpe hacia afuera, chocando con fuerza contra su frente y parte del hombro izquierdo. Jungkook soltó un pequeño quejido de dolor, tambaleándose hacia atrás mientras una punzada intensa le cruzaba la frente. Su antifaz cayó de su rostro, pero rápidamente lo recogió con una mano, colocándoselo torpemente mientras con la otra se sobaba la zona impactada.

—¡Ah, diablos! —masculló, frunciendo el ceño.

Del otro lado de la puerta, una figura también retrocedía con sorpresa.

—¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —dijo una voz dulce, preocupada, genuina—. ¡No vi que alguien estaba ahí! ¿Te hice mucho daño?

Jungkook alzó el rostro con lentitud.

Esa voz.
Ese tono.
Esa forma de arrastrar las palabras con suavidad pero con fuerza al final.

Su corazón se estremeció.

Por un instante, el mundo se detuvo.

Fue al verlo —al chocar con él—, cuando el corazón de Jungkook latió tan fuerte que temió que todos pudieran oírlo. La puerta del baño aún oscilaba detrás de Taehyung, y aunque su antifaz cubría parte de su rostro, no había forma de no reconocerlo. Esa voz, esa forma de disculparse, ese tono que parecía flotar entre lo genuino y lo culpable. Era él.

Taehyung.

El chico al que había buscado entre cientos de máscaras, entre risas falsas, entre copas alzadas y pasos de baile que no le interesaban. Había sido paciente, cuidadoso, contenía la ansiedad como un veneno bajo la lengua mientras fingía disfrutar la fiesta con Yoongi, pero no había un solo momento en que su mirada no escaneara cada rincón buscando ese rostro que ahora tenía frente a sí.

Y, aún así, no pudo moverse.

El dolor en su rostro por el golpe fue real, pero se esfumó cuando se encontró con los ojos de Taehyung. Por reflejo, Jungkook se colocó el antifaz que se le había movido, pero no para cubrirse, sino para evitar que su expresión lo delatara. Quería abrazarlo. Decirle todo. Rogarle perdón. Suplicarle que no lo odie por su silencio, por sus dudas, por el miedo que aún le arañaba las entrañas.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 12 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Where stories live. Discover now