— ARENAS Y MENTIRAS QUE ARDEN —
— CON JIMIN —
El sol ya no ardía como al mediodía, y la brisa marina era cada vez más fría. Jimin, sentado sobre una toalla que había extendido torpemente en la arena, dejaba que la espuma del mar le acariciara los pies mientras bostezaba por décima vez en los últimos quince minutos.
Había terminado de charlar con un grupo de fans que habían reconocido a Jungkook por la zona, y aunque al principio fue entretenido escuchar sus teorías, gritos y preguntas, con el tiempo su entusiasmo se desvaneció. Ahora solo veía a parejas felices caminando por la orilla, tomados de la mano, riendo, besándose… y él estaba solo, abandonado entre las gaviotas y los restos de papas fritas.
Rodó los ojos, frustrado, y sacó su teléfono con la intención de escribirle a Taehyung.
—¿Dónde te metiste, Tae? —murmuró mientras desbloqueaba la pantalla.
Pero antes de que pudiera abrir la conversación, la pantalla parpadeó... y se apagó.
—¿Qué...? —Jimin presionó varias veces el botón de encendido—. ¡No, no, no...! ¡Batería no, justo ahora no!
Miró hacia los alrededores. La playa estaba un poco más vacía, y no había ni rastro de su hermano. Frunció el ceño y se cruzó de brazos.
—Típico. Seguro se aburrió y se fue a casa solo sin decir nada. Cómo no, es Taehyung.
Recogió sus cosas con fastidio, sacudiendo la arena de su toalla y guardándola en el bolso. Luego caminó de regreso al estacionamiento, arrastrando los pies con resignación. Cuando llegó, sacó del bolso las llaves que la abuela le había dejado... o al menos eso creía.
—¿Dónde está la vieja Petunia? —musitó, apretando el botón de la llave para activar la alarma.
Un sonido sordo lo sorprendió a unos metros. Provenía de un auto negro, elegante, que no tenía absolutamente nada del estilo de la abuela.
—¿Qué…?
Se acercó lentamente, con la llave aún en la mano. Volvió a presionar el botón y el auto respondió con un pitido.
—No puede ser —susurró, mirando el vehículo con asombro.
Abrió la puerta del conductor con un leve clic. El interior era lujoso, moderno, con aroma a perfume caro y cuero nuevo. Definitivamente no era Petunia.
Movido por la curiosidad, abrió la guantera y empezó a revisar. Allí, entre papeles y un paquete de chicles de menta, encontró una billetera negra con iniciales doradas. La abrió y sus ojos se agrandaron.
—Jeon Jungkook… —leyó en voz alta.
Parpadeó varias veces, sin dar crédito a lo que veía. Revisó nuevamente la licencia. Foto, nombre, firma. Era real.
—¿Qué demonios…? —susurró, entre asombro y emoción—. ¿Cómo es que tengo las llaves del auto de Jungkook?
Se apoyó contra el asiento, llevando una mano a la cabeza, todavía procesando todo. Su corazón palpitaba con fuerza. Como fan, eso era prácticamente un sueño… pero al mismo tiempo, algo no cuadraba.
—¿Acaso Taehyung…? —empezó a decir, pero su mente no pudo terminar la frase.
Sin pensarlo dos veces, Jimin se subió al auto, lo encendió (temblando de la emoción al escuchar el rugido suave del motor) y puso manos al volante.
—Voy a descubrir qué está pasando. Y si esto es una broma de Taehyung, me va a escuchar —dijo con decisión, comenzando a conducir rumbo a la mansión de Jungkook, que ya se sabía de memoria gracias a una búsqueda intensiva en Google Maps semanas atrás.
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: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :
FanfictionTaehyung viaja con su familia los Ángeles para ver a su abuela. Su hermano mayor Jimin, está contentísimo pues piensa conocer a su ídolo El joven y guapo cantante Joen Jungkook . A Taehyung le parece una idea ridícula y no entiende Jimin pues , siem...
