CAP 12

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-- LA SOMBRA EN EL SILENCIÓ --

El sol había salido, tímido y dorado, como si también sintiera pereza de iluminar el mundo.
Taehyung se había despertado temprano, como siempre, acostumbrado a las mañanas silenciosas en casa de su abuela.
Jimin aún dormía, con las sábanas enredadas entre sus piernas, el rostro tranquilo.

Taehyung bajó las escaleras despacio, sintiendo el frío del suelo en los pies descalzos.
Se sirvió una taza de café y se sentó junto a la ventana, viendo cómo la ciudad empezaba a despertarse.

Mientras observaba, su mente regresó —casi inevitablemente— a la noche anterior.

La conversación con Jungkook había sido inesperada... y extrañamente significativa.
No era sólo que el ídolo famoso resultara no ser tan superficial como había pensado. Era algo más. Algo que ni siquiera quería poner en palabras.

Suspiró, cerrando los ojos un momento.

Había días en los que la soledad se le pegaba a la piel como una segunda capa, pesada e incómoda.
Desde pequeño, Taehyung había sentido que vivía a la sombra de su hermano.
Jimin era luz, alegría, movimiento.
Él era... silencio. Observación.

Nunca había odiado a Jimin. Nunca.
Era imposible odiarlo cuando su hermano lo abrazaba sin razón, o le dejaba notitas tontas en su mochila.

Pero aun así, no podía evitar sentir que él era la pieza olvidada del rompecabezas familiar.
El que pasaba desapercibido en las reuniones escolares.
El que no recibía aplausos por sus dibujos.
El que, en el fondo, se preguntaba si tenía algún propósito real.

En la adolescencia, esos pensamientos oscuros se convirtieron en algo más denso.
No tenía un nombre claro para lo que sentía: un peso en el pecho, una tristeza inexplicable, una sensación constante de que no era suficiente.
Eran episodios de depresión silenciosa, que enfrentaba solo, escribiendo en sus libretas o perdiéndose en sus propios pensamientos.

No hablaba mucho en clase. No porque no tuviera ideas, sino porque... ¿para qué? Nadie parecía escuchar de todos modos.

Fue en uno de esos días grises que conoció a Minho.

En un taller de arte, mientras intentaba terminar un boceto, Minho se le acercó, sonriendo como si no temiera al muro invisible que Taehyung había construido.

—¿Puedo sentarme aquí? —preguntó Minho.

Taehyung asintió, sin levantar la vista.

Con el tiempo, esa chispa inicial se transformó en algo más.
Minho era carismático, divertido, y de algún modo, logró arrancarle sonrisas sinceras.
Por primera vez, Taehyung sintió que alguien lo veía realmente.

Se enamoró en silencio, sin grandes declaraciones, sin fuegos artificiales.
Su amor fue tranquilo, como el mar en calma.

Pero los mares también esconden tormentas.

Minho, siempre inquieto, empezó a alejarse.
La distancia creció, fría e imparable.
Hasta que un día, simplemente le dijo que ya no sentía lo mismo.

—Lo siento, Tae. Cambié. —había dicho, sin mirarlo a los ojos.

Taehyung sonrió —su peor costumbre—, asintiendo como si todo estuviera bien.
Pero esa noche lloró en silencio, apretando las sábanas, preguntándose qué había hecho mal.

No habló de la ruptura con nadie.
Ni con Jimin, ni con sus padres.
Guardó el dolor en su pecho como un secreto sucio.

A veces, incluso ahora, ese dolor le susurraba en los días más grises.
Le decía que era reemplazable. Olvidable.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora