: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :

CAP 30

Yuri soltó una risa sarcástica, altísima.
—Dios, qué ridículo. Tú y tu hermano son tan... ridículos. ¿De verdad crees que Minho quiere volver con alguien como él?

El grupo estalló en risas, menos Minho, que solo miraba en silencio, sin saber dónde meterse.
Jimin apretó los puños.

—¿Te estás escuchando?

—¿Yo? —Yuri se llevó la mano al pecho, fingiendo inocencia—. Solo digo lo que todos piensan. ¿Cómo pudo siquiera estar con un chico así? Tan... raro. Nerd. Ridículo. ¿Lo viste? Parece un personaje de anime deprimido. ¿Y ese cabello? ¿Es en serio?

—¡Déjate de estupideces! —soltó Jimin con el ceño fruncido, pero ella lo interrumpió.

—Ah, y no olvidemos lo más gracioso: ¡lo de Jungkook! —exclamó una de las chicas del grupo, como si acabara de recordar algo brillante.

Yuri rió con más fuerza.
—¡Eso! ¿En serio pensó que alguien iba a creerle esa fantasía? Que conocía a Jungkook... ¡y que algo había pasado con él! Por favor... fue la comidilla de todos por días. ¡Qué pena ajena!

—Imaginarse algo así... —añadió otro chico—. Qué necesidad de humillarse solo.

Las carcajadas aumentaron.
Y justo en ese momento, las cortinas del probador se corrieron.

Taehyung estaba ahí, sin el traje que Jimin le había dado, pues se lo había probado y no le gustó cómo le quedaba .
Sus ojos fijos en el grupo.

En silencio.

Su rostro se mantuvo neutral, demasiado neutral.
Pero sus pupilas... temblaban.

Yuri se giró y palideció.

—Tae... —murmuró Jimin al notarlo. Pero su hermano no lo miró.

Solo se dio la vuelta.
Y salió corriendo.

—¡Taehyung! —gritó Jimin, pero ya era tarde.

El sonido de las risas aún flotaba en el aire.

Jimin se volteó bruscamente hacia Yuri y los demás.
Su mirada, como fuego contenido.

—Idiotas —espetó—. Todos ustedes.
Y tú, Minho —lo señaló con rabia—, mereces estar con alguien tan estúpida como ella.

Dicho eso, salió tras su hermano sin mirar atrás.

El aire afuera del centro comercial era cálido, húmedo, como si el verano estuviera por asomarse a la ciudad aunque el calendario aún lo negara. Taehyung caminaba rápido, sus pasos resonando con rabia contenida sobre el pavimento, esquivando a los transeúntes con la mirada nublada por la vergüenza.

No por haber llorado. No por haberse quebrado.

Sino por haber creído que finalmente nada de eso lo afectaría.

—¡Taehyung! —la voz de Jimin lo alcanzó como un eco desesperado. Al girarse, su hermano mayor ya lo tenía abrazado por los hombros—. ¡Hey! ¡Espérame!

Taehyung no dijo nada. Se dejó sujetar. Tragó saliva, y su rostro cayó hacia el suelo, escondiéndose entre mechones alborotados que se le escapaban por la frente.

—¿Estás bien? —preguntó Jimin, ya sabiendo la respuesta. Aun así, se la hizo.

El menor suspiró, y un temblor se le escapó entre los labios. Se quedó en silencio un segundo… y luego otro más… hasta que su voz brotó, quebradita, baja, rota:

—No entiendo por qué… por qué duele tanto. No me importa Minho, no me duele él. Me duele que hablen así de mí. Que se rían. Que me miren como si fuera… menos.