—¡Eres increíble! —dijo—. Tú vas a ser famoso. ¡Voy a decirle a todo el mundo que te conocí primero!

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En el auto, Jungkook sonrió sin darse cuenta, una lágrima rodando lenta por su mejilla.

—¿Estás pensando en algo bonito? —preguntó Yoongi con voz suave.

—Sí... en un niño. Uno que conocí aquí cuando era pequeño. Lo olvidé por mucho tiempo... pero me ayudó más de lo que imaginé. Fue el primero en creer en mí. El primero que me animó a cantar con el corazón.

—¿Cómo se llamaba?

Jungkook dudó un segundo.

—Taehyung —respondió, con voz baja, como si el nombre lo acariciara.

Yoongi giró lentamente la cabeza para mirarlo. Pero no dijo nada. Solo volvió al camino, con una sonrisa que se dibujó en sus labios como si el destino acabara de confirmar algo.

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Jungkook apoyó la cabeza contra el cristal.

—¿Y si siempre fue él? —susurró, para sí mismo—. ¿Y si toda mi vida... me estuvo esperando?

El cartel apareció a lo lejos:

“Bienvenidos a Daegun”

Y con él, una verdad se encendió en su pecho.

Taehyung no solo era su presente... tal vez había sido también su principio.

--- TAEHYUNG ---


Los vidrios del escaparate reflejaban una versión de sí mismo que aún le resultaba difícil reconocer. El cabello oscuro caía en ondas suaves, sus rasgos resaltaban más con el nuevo corte y su piel brillaba bajo la luz del atardecer. Se veía distinto. No mejor. Solo… más él.

Jimin caminaba a su lado con paso ligero, tarareando una canción que no conocía, hasta que se detuvo abruptamente frente a una tienda que parecía de otro mundo. El letrero era antiguo, y detrás del cristal había máscaras doradas, plumas, lentejuelas, brillos y algo de magia.

—¿Qué haces? —preguntó Taehyung, frunciendo el ceño.

—Tu venganza comienza aquí —respondió Jimin, como si acabara de descubrir América—. Mira esto.

Taehyung se acercó a la vitrina. Las máscaras eran elegantes, algunas con detalles barrocos, otras tan simples como un antifaz satinado. Le recordaban a películas antiguas, a bailes en castillos.

—¿Qué se supone que…?

—La fiesta. Mañana. Tema: máscaras y elegancia. Nadie sabrá quién eres… hasta que tú decidas deslumbrarlos —dijo Jimin con una sonrisa pícara.

—¿Qué? Eso es imposible. ¿Y si no aceptan? ¿Y si...?

—Shh —lo interrumpió, levantando un dedo—. Soy parte del comité de la fiesta. ¿Recuerdas? Con un mensaje al grupo y una nota al director, lo convierto en temática oficial. Todo el mundo lo aceptará. Es mejor que lo que había antes, que ni siquiera era divertido.

Taehyung lo miró como si acabara de perder la cabeza.

—¿Y tú crees que con eso no me reconocerán?

Jimin lo tomó del rostro con ambas manos.

—Taehyung… déjame darte este momento. Solo esta vez. Hazlo por ti. Pero si te cuesta… entonces hazlo por mí, ¿sí?

Taehyung sintió cómo se le apretaba la garganta. A veces Jimin era torbellino, otras veces faro. Y ahora era las dos cosas.

—¿Y si no me reconocen? — volvió a preguntar en voz baja.

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