Jimin frunció el ceño por un segundo.

-Lo sé. Fui un idiota por no decirte nada. Pero tú tampoco me avisaste que te ibas.

-Porque tú te quedaste con el cargamento de fans gritonas -replicó Taehyung, sin tono real de reproche. Solo estaba cansado-- Además después paso lo e Jungkook, quería mi ayuda y pues ..... pasó eso.

Ambos se quedaron en silencio por un instante. Luego Tae apoyó el mentón en su mano y lo miró.

-¿Y desde entonces no han vuelto a hablar?

Jimin dudó. Jugó con su cuchara, apartando lo que quedaba del helado.

-No. Yoongi dijo que me daría espacio. Que esperaría a que yo quisiera buscarlo... si quería hacerlo.

-¿Y quieres?

El menor tragó saliva. Su mirada se perdió un momento en la ventana del local.

-Quiero... entender. Quiero no idealizarlo. Quiero que esto no duela como si lo conociera desde siempre, cuando en realidad apenas sé su color favorito.

Taehyung sonrió con tristeza.

-Eso se llama estar jodidamente enamorado, hyung.

Jimin soltó una risa suave, rascándose la nuca.

-Y tú lo sabrías mejor que nadie, ¿eh?

Tae desvió la mirada, incómodo. Volvió a sumergirse en su vaso de helado derretido.

-Supongo que sí...

El silencio volvió, esta vez más liviano. Jimin lo rompió después de unos segundos, con un gesto decidido:

-La próxima vez que vea a Minho, lo agarro de las mechas.

Taehyung soltó una carcajada baja, inesperada, tan repentina que Jimin lo miró, triunfante.

-¡Ahí está! Esa risa, hermano, es el postre real de esta tarde.

Tae negó con la cabeza, aún riendo un poco.

-Eres un idiota.

-Uno adorable -replicó Jimin, guiñándole un ojo.

Y por un instante, los problemas parecieron un poco más pequeños.

--- UN RATO DESPUÉS ---

Las luces del atardecer comenzaban a teñir las calles del barrio en tonos dorados y cálidos, y la brisa era lo suficientemente suave como para que caminar fuera agradable. Taehyung y Jimin avanzaban a paso lento, con las manos en los bolsillos, sin prisa alguna por llegar a casa.

-¿Y te acuerdas cuando creíste que podías hacer parkour solo porque viste un video de Jungkook brincando muros? -preguntó Tae de pronto, con una sonrisa maliciosa en los labios.

Jimin lo miró con una expresión de falsa ofensa.

-¡Eso fue una época oscura en mi vida! No debiste haberme dejado intentarlo.

-Yo te dije: "No lo hagas, Mimi ". Pero tú dijiste: "¿Qué es lo peor que puede pasar?", y te lanzaste... directo a un cesto de basura.

Los dos estallaron en carcajadas.

-¡Oye! Ese cesto tenía ruedas. Fue una emboscada -defendió Jimin, aún riendo.

-Claro, claro... una emboscada planificada por un basurero. ¿Quieres que le diga a Jungkook que fue tu primera gran humillación por él?

-¡Ni se te ocurra! -exclamó Jimin, empujándolo levemente con el hombro.

La risa seguía, contagiosa y ligera. La caminata se convirtió en una cadena de recuerdos y tonterías, como solo sucede entre hermanos que han crecido juntos y han sobrevivido a miles de momentos ridículos.

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