-Oye, hyung... -dijo de pronto, mientras revolvía su helado sin mucha intención de comerlo-. Mencionamos a Yoongi hace rato... ¿Qué fue lo último que pasó con él?

Jimin se detuvo justo antes de llevarse una cucharada a la boca. Sus ojos se fijaron en su hermano, y luego bajó la mirada al postre.

-Ah... eso -murmuró con una mezcla de resignación y nostalgia-. No sé por qué no te lo conté antes. Supongo que... estaba intentando entenderlo yo primero.

Taehyung lo observó en silencio. Jimin dejó la cuchara a un lado, se acomodó en el asiento, y comenzó a hablar, sin tantos adornos, como si al fin necesitara soltarlo todo.

-Fue el día de la playa. ¿Te acuerdas? -empezó-. Tú desapareciste y yo me quedé solo, pensando que te habías aburrido. Mi teléfono murió, me enojé y cuando fui a buscar el auto de la abuela... terminé subiéndome por error al auto de Jungkook. Tenía sus llaves en el bolso. Ni idea de cómo llegaron ahí. Pensé que tú habías hecho alguna broma.

Taehyung abrió un poco los ojos, recordando lo que estuvo atrás de eso .

-¿El auto de Jungkook? ¿Y cómo...?-- dijo fingiendo sorpresa.

-Ahí está lo raro -continuó Jimin-. No era casualidad. Cuando llegué a la casa de Jungkook, porque sí, fui hasta allá, no me encontré con él. Me encontré con Yoongi.

Taehyung enmudeció. Jimin rió, sin humor.

-Estaba ahí, como si fuera su casa. Comiendo un maldito sándwich con total normalidad. Y yo... me congelé. Recordé el zoológico, todo. La forma en que me miraba... como si yo fuera lo único importante. Pero también recordé su traición, el encierro, la mentira.

-¿Y qué hiciste? -preguntó Tae, más serio.

-Le grité, claro. Le reclamé. Le pregunté qué demonios hacía ahí, por qué tenía las llaves de Jungkook, qué estaba tramando. Y, ¿sabes qué dijo?

Taehyung negó en silencio.

-Que todo fue idea suya. Que me quería ver. Que le pidió a ti que intercambiaras las llaves de la abuela por las de Jungkook. Que necesitaba hablar conmigo, y que pensó que si me lo pedía directamente, yo lo mandaría al carajo.

Tae entrecerró los ojos.

-Lo cual no era una mala suposición -añadió Jimin, con una mueca.

-¿Y luego?

Jimin se tomó un segundo para respirar. Sus ojos brillaban apenas, como si estuviera conteniendo algo más grande.

-Luego... me lo dijo. Todo. Que se arrepentía, que nunca quiso usarme, que muchas cosas del zoológico no fueron planeadas. Que yo provocaba en él algo que nadie más había provocado. Que me quería.

Taehyung levantó una ceja.

-¿Y tú le creíste?

-Una parte de mí no quería -confesó Jimin-. Pero otra... sí. Porque cuando lo dijo, no era Yoongi el que conocimos por encima. Era el Yoongi que yo vi en ese cuarto cerrado, el que me miraba como si me estuviera aprendiendo de memoria.

Hubo una pausa breve.

-Y después... me besó. O bueno, yo lo dejé hacerlo. Fue... diferente, Tae. No fue como los besos por impulso que tuve con otros. Fue un beso que dolía, que hablaba. Que me pedía una oportunidad.

Taehyung bajó la mirada. No sabía si estaba más sorprendido o conmovido.

-Ese día te busqué, ¿sabes? -dijo de pronto, con tono seco-. Cuando no te vi en la playa, me preocupé. Pensé que te habías enojado, o que te había pasado algo. No sabía que estabas viviendo una novela de reconciliación en casa de Jungkook.

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