Taehyung lo observó con una mezcla de confusión y ternura mientras negaba suavemente con la cabeza. Hasta en el peor momento, su hermano lograba armar una escena.

Mientras el padre llamaba a una grúa y todos se distraían buscando una solución rápida, una voz ronca y familiar llamó a Taehyung desde un rincón del porche.

—Taehyung, ven un momento —dijo Seujun, con las manos en los bolsillos y una expresión serena.

El chico obedeció, algo desconcertado, y se acercó al hombre que había visto tantas veces sonreír junto a su abuela.

—¿Qué pasa? —preguntó en voz baja.

—Solo quería hablar contigo antes de que te fueras. No he tenido oportunidad.

Seujun se acomodó en uno de los bancos del porche y le hizo una seña para que se sentara junto a él. Taehyung lo hizo, con la mochila apoyada sobre sus piernas, el cuerpo cansado y los ojos aún cargados de todo lo que no había dicho.

—Sé que estás pasando por algo difícil —empezó Seujun con voz suave, sin rodeos—. No voy a hacerte preguntas, porque no soy nadie para obligarte a hablar. Pero quiero decirte algo que a mí me habría gustado escuchar a tu edad.

Taehyung lo miró, curioso.

—A veces, cuando somos jóvenes… creemos que lo que sentimos va a rompernos para siempre. Que no vamos a volver a estar bien. Que todo se nos cae encima. Pero con el tiempo aprendemos que no es el final —Seujun sonrió—. Es solo una parte más del camino. Duele, sí. Pero también enseña. Y cada caída te hace un poco más fuerte, aunque al principio no lo veas.

Taehyung bajó la mirada. Las palabras le llegaban a un lugar donde aún dolía, pero también donde comenzaba a necesitar algo de alivio.

—Tú tienes una luz muy especial, Taehyung. Eres más fuerte de lo que piensas. Y no puedes dejar que el dolor te haga olvidar todo lo hermoso que hay en ti, y todo lo bueno que aún te espera.

El chico tragó saliva, sintiendo que algo en su pecho se ablandaba poco a poco. Como si un peso comenzara a aflojarse.

—Gracias —susurró, apenas audible.

—No tienes que darme las gracias. Solo… prométeme que vas a seguir adelante. Que vas a confiar en ti. Y que no vas a cerrar tu corazón por algo que no fue tu culpa.

Taehyung asintió, y por primera vez en días, lo hizo con algo de esperanza.

Desde el otro lado del jardín, Jimin seguía dramatizando.

—¡Nos vamos a quedar atrapados en esta ciudad por siempre! ¡Voy a envejecer aquí! ¡Voy a tener arrugas sin haber podido conocer a Jungkook! —gritaba mientras daba vueltas sobre sí mismo.

—¡Dios mío, Jimin, es solo una llanta! —le gritó su madre entre risas—. Deja de hacer drama.

—¡¿Y si el universo me estaba dando otra oportunidad?! ¡¿Y si esto era una señal divina para encontrármelo hoy en un Starbucks?! ¡¿Y ahora qué!? ¡Vamos a volar lejos y yo jamás sabré lo que podría haber pasado!

—Ese chico necesita una novela —murmuró Seujun, conteniendo la risa.

Taehyung soltó una pequeña carcajada. No una sonrisa completa, no una risa escandalosa. Solo un sonido sincero, tímido… pero real.

Y en ese instante, algo cambió.

No todo estaba bien, pero al menos no todo estaba perdido.

La grúa llegó minutos después. La llanta fue cambiada, y mientras todos subían de nuevo al auto, Taehyung se sintió un poco más ligero. Aún le dolía, pero no tanto como antes. Había un pequeño destello de claridad donde antes solo había sombra.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora