Rompí.

—¡Ya basta, Jimin! —exploté, y todos giraron hacia mí.

Jimin parpadeó, sorprendido.

—¿Qué?

—Te la pasas hablando de Jungkook como si fuera el centro del universo —dije, con la voz cargada de rabia que no supe de dónde venía exactamente, aunque en el fondo lo sabía bien—. Como si fuera perfecto, como si no cometiera errores, como si fuera tu mejor amigo o algo así.

Jimin frunció el ceño, dolido.

—Solo estoy diciendo que lo admiro…

—¡No lo conoces! —espeté, levantándome de golpe—. ¡Ni siquiera sabes cómo es en realidad! No es ese tipo de persona que te imaginas, Jimin. No es como tú crees. No es como nosotros.

Hubo un silencio pesado.

Mis padres nos miraban, confundidos. Nuestra abuela no decía nada. Y Jimin... Jimin solo me observaba con un brillo triste en los ojos.

—¿Y tú cómo sabes eso? —me preguntó con voz baja.

Me quedé quieto. Mi corazón latía con fuerza. Imágenes de la playa, de la sonrisa falsa de Jungkook frente a sus fans, del mensaje que arruinó todo, me atravesaban.

—Solo… lo sé —susurré, bajando la mirada—. No es como tú piensas. Nosotros somos gente normal, Jimin. Ordinarios. Él es una estrella. Vive en otro mundo. Nunca va a entendernos. Nunca va a… —la voz se me quebró, pero tragué antes de dejarla caer del todo—. Nunca va a importarle.

Jimin abrió la boca para decir algo, pero no le di tiempo.

—Ya estoy harto de todo esto. Quiero volver. A casa. A nuestra vida normal. A donde no tengo que fingir que está bien ser invisible.

Empujé la silla hacia atrás y me alejé de la mesa. No miré a nadie. Solo caminé hasta desaparecer por el pasillo.

Dejándolos a todos en silencio.

Dejando mi corazón roto esparcido sobre los platos sin terminar.

La puerta se cerró tras de mí con un golpe seco.

Me dejé caer en la cama, boca abajo, sin fuerzas para hacer otra cosa. La almohada absorbió el peso de mi cuerpo y también el de mis lágrimas contenidas. El cuarto estaba en penumbra, apenas iluminado por los restos de sol que se colaban entre las cortinas. Afuera, el mundo seguía girando. Aquí dentro, todo estaba suspendido.

Me sentía vacío.

No tenía ganas de hablar. Ni de llorar. Ni de pensar. Pero los pensamientos no pedían permiso, solo llegaban. Recuerdos de Jungkook, de nuestras conversaciones, de su sonrisa cuando creía que era honesta. El parque de diversiones. El cobertizo. Su mano sobre la mía. Y luego… sus palabras. Como cuchillas.

"Soy una estrella. Tú eres un chico común. Ordinario."

Me dolía el pecho. Literalmente. Como si algo dentro de mí estuviera rompiéndose en cámara lenta.

Pasaron los minutos. Las horas. El almuerzo quedó atrás. Los sonidos de la casa eran distantes. En algún momento escuché pasos fuera de mi cuarto, pero nadie tocó la puerta. Al menos, no de inmediato.

Hasta que lo hizo.

—Taehyung-ah... —era la voz dulce de mi abuela, apenas audible—. ¿Puedo pasar?

No respondí. Cerré los ojos, deseando que se fuera.

—Mi niño, solo quiero saber cómo estás...

Guardé silencio.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora