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Subió las escaleras como si cargara el mundo entero en la espalda. Cuando llegó a su habitación, cerró la puerta tras de sí y se dejó caer. De rodillas, luego sentado. Luego simplemente… colapsado.

Y lloró.

Lloró como si tuviera que vaciar todo lo que había aguantado durante días, semanas… años.
Lloró por haber creído otra vez.
Por haberse ilusionado.
Por haber sentido que, por un momento, era especial para alguien.

Pero al final, las palabras siempre eran las mismas.
Que no era suficiente.
Que no era “alguien importante”.
Que era solo “un chico común”.

"Tú eres una estrella… y yo… ¿qué soy entonces?"
"¿Por qué si me entrego entero, siempre termino roto?"
"¿Qué tengo de malo?"

Se abrazó las rodillas con fuerza, como si eso pudiera mantener su corazón en una sola pieza. Las comparaciones vinieron sin permiso.

Minho…
Jungkook…
Dos personas tan distintas, pero con un dolor parecido.
Ambos lo hicieron sentir invisible cuando más necesitaba ser visto.

Y esta vez dolía más.
Porque Jungkook había sido… diferente.
Había sido su esperanza.
Y ahora… era solo otro nombre que le dolía pronunciar.

Los minutos pasaban y Taehyung seguía ahí. En el mismo rincón. No sabía cuánto tiempo llevaba abrazado a sí mismo, pero el llanto no parecía detenerse. No era escandaloso, no era dramático. Era un llanto mudo, agotado. Como si estuviera hecho de dolor viejo, de decepciones acumuladas, de promesas rotas que nunca se dijeron en voz alta.

Hasta que un sonido bajó por las escaleras. La puerta principal se abrió.

—¿Taehyung? —se escuchó la voz de Jimin desde la entrada—. ¿Hyung? ¿Estás aquí?

Taehyung contuvo el aliento. No quería que lo viera así. No ahora. No roto.

Escuchó los pasos subir apresurados.

—¿Hyung? —Jimin llamó desde el pasillo, notando que la luz de la habitación estaba encendida—. ¿Estás bien?

El tono preocupado de su hermano lo atravesó. En segundos, Jimin estaba frente a la puerta, intentando abrirla.

—Tae, por favor… ábreme.

—No quiero hablar… —murmuró Taehyung con voz ahogada desde el otro lado.

—¿Estás llorando? ¿Qué pasó? —insistió Jimin, angustiado—. Dime qué pasó. ¿Dónde estabas?

—No… no puedo decírtelo, Jimin.

—¿Por qué no?

Taehyung cerró los ojos con fuerza. Su garganta ardía, pero sus labios apenas lograban formar las palabras.

—Porque… porque hice una promesa.

Jimin se quedó en silencio. Su corazón dolía solo de escucharlo así, sin entender nada.

—¿Una promesa a quién?

Taehyung no respondió.

—Hyung… soy tu hermano. Estoy aquí para ti, siempre. Sea lo que sea… puedes confiar en mí. No tienes que cargar con todo solo —suplicó Jimin, apoyando la frente suavemente contra la puerta—. No tienes que estar solo en esto.

Hubo un pequeño movimiento al otro lado. El pestillo giró.

Y entonces la puerta se abrió lentamente.

Jimin lo vio. Con los ojos rojos, la cara húmeda, el cabello desordenado y la tristeza hecha carne.

—Tae… —susurró con un nudo en la garganta.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora