El silencio se volvió pesado. Yoongi desvió la mirada un instante, tragando saliva.

No puede saberlo. No ahora. No así.

Su mente empezó a buscar, a hilar algo que pudiera tener sentido. Algo que no sonara como una completa mentira, pero que tampoco lo llevara a descubrir lo que pasaba realmente entre Jungkook y Taehyung. No debía enterarse todavía.

Finalmente suspiró y levantó la mirada.

—No pienses mal —dijo con voz baja, pero firme, intentando sonar convincente—. No saques conclusiones apresuradas… y sobre todo, no culpes a Taehyung. Él no tiene la culpa de nada.

Jimin frunció el ceño, todavía sin confiar.

Yoongi continuó, armando su versión:

—Fui yo. Yo le pedí a tu hermano que me ayudara a hablar contigo… —admitió, aunque evitó el detalle más importante—. Le pedí que me echara una mano, que encontrara una forma para que tú y yo nos viéramos otra vez. Pensé que si yo te lo pedía directamente, me mandarías al demonio.

Jimin no respondió, solo lo observaba, con los ojos brillando de ira y sorpresa.

—Le di las llaves del auto de Jungkook —siguió Yoongi, con cierta culpa arrastrando cada palabra—, para que las intercambiara con las de tu abuela. Sabía que si encontrabas esas llaves… te llamaría la atención. Y vendrías. Era la única forma que se me ocurrió para que termináramos coincidiendo aquí, sin que tú huyeras antes de escucharme.

—¿Y Jungkook? —preguntó Jimin, entrecerrando los ojos—. ¿Él sabe que estás usando su casa para esto? ¿Sabe que hiciste ese intercambio con su auto?

Yoongi dudó un segundo más.

—Jungkook… no está al tanto de eso. Pero no te preocupes, no es como si lo hubiera robado ni nada parecido —agregó rápidamente—. Fue un movimiento arriesgado, lo sé. Pero necesitaba hablar contigo.

Volvió a mirarlo de frente, con el corazón encogido. No había forma de saber si Jimin le creería, pero había dicho suficiente como para proteger a Taehyung… y lo justo para confesar su desesperado deseo de explicarse.

—Lo que pasó en el zoológico… no fue una mentira, Jimin —murmuró al final—. No todo. Yo… sí sabía que iban a cerrar ese cuarto. Pero muchas cosas que pasaron ahí no estaban planeadas. Y me arrepiento de que no lo hayas sabido desde el inicio.

Jimin lo observó en silencio, con el rostro tenso, sin moverse. Algo en su interior quería seguir molesto, pero las palabras de Yoongi… tenían una mezcla incómoda de lógica, verdad, y vulnerabilidad.

No sabía si podía perdonarlo.

Pero tampoco sabía si quería marcharse.

Jimin no supo qué decir al escuchar a Yoongi hablar. Su mente estaba saturada de dudas, de recuerdos contradictorios, de preguntas sin respuestas. Pero entonces, Yoongi respiró hondo, bajó la vista por un segundo, y cuando volvió a mirarlo, su expresión había cambiado.

Era seria. Honesta. Vulnerable.

—Jimin —comenzó, con voz baja, casi quebrada—. Quiero que me escuches bien, porque esto no lo he dicho antes, no a nadie, y mucho menos de esta forma.

Jimin no se movió. Solo lo miraba.

—Desde que te vi en aquella fiesta de Daniela… —dijo, y una media sonrisa se le dibujó con nostalgia—, cuando te colaste como si nada, cuando te enfrentaste al guardia y demostraste que no tenías miedo , también cuando chocamos en la fiesta de tu vecindad… desde entonces, algo cambió en mí.

Se acercó un poco, como si el recuerdo lo empujara.

—Tú… tú provocas algo en mí que nadie más ha logrado jamás. Eres ruidoso, impredecible, impulsivo… y justo por eso me encantas. Porque yo no soy nada de eso. Yo soy el tipo que observa desde las sombras, que calla, que analiza. Pero tú… tú eres sol, fuego, risa. Eres vida.

Jimin tragó saliva, sin poder decir nada.

—Sé que piensas mal de mí. Y tienes razones, lo entiendo —continuó Yoongi, su voz ahora más firme—. Pero quiero que sepas que no quería usarte. No fuiste solo parte de un plan. Me importas, Jimin. Me importas tanto que me asusta. Y si te busqué, si planeé aquel encierro en el zoológico, no fue para hacerte daño. Fue porque quería conocerte más. Porque no quería dejar de verte. Porque, por primera vez en mucho tiempo, sentí ganas de abrirme con alguien.

Jimin bajó la mirada, confundido, sintiendo su corazón latir con fuerza. Sus mejillas ardían.

—Perdóname —susurró Yoongi—. Perdóname por todo lo que hice mal, por no haber sido claro desde el inicio, por no haberte cuidado como merecías. Pero créeme cuando te digo esto…

Se acercó un poco más, y su voz tembló apenas.

—Tengo tantas ganas de besarte ahora mismo. Pero no lo haré si tú no me lo permites. Solo quiero una oportunidad, Jimin. Una. Para demostrártelo. Para hacerte feliz. Para que veas cuánto te quiero.

El silencio fue casi sagrado.

Jimin lo miró con los ojos húmedos, entre conmovido y sobrepasado por lo que acababa de escuchar. Nunca lo habían mirado así. Nunca lo habían elegido de esa forma.

Con el rostro ruborizado y el corazón desbordándose, respondió en un susurro tembloroso:

—Tienes permiso, Min Yoongi… atrévete.

Y entonces Yoongi sonrió con dulzura, dio un paso más, cerró la mínima distancia entre ambos… y lo besó.

Fue un beso suave, lento, cargado de todo lo que las palabras no lograban decir. Un beso que pedía perdón, que suplicaba una segunda oportunidad, que decía "estoy aquí, y no pienso irme".

Jimin, al principio quieto, correspondió con timidez, dejándose llevar por la calidez de unos labios que lo hacían sentir más querido que nunca.

Por un instante… el mundo fue solo de ellos dos.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora