-Shhh... no lo arruines.

Tomaron una selfie frente a las letras. Luego otra. Y otra más, hasta que Jungkook empezó a hacer muecas para molestarlo y Taehyung soltó una carcajada genuina, esa que le salía de la panza y que hacía que sus ojos se hicieran pequeños y muestre su sonrisa cuadrada. Jungkook se quedó mirándolo por un segundo, encantado. Había extrañado esa risa. Más de lo que debería.

-Vamos, selfie -dijo Jungkook, acercándose a Taehyung mientras el viento les despeinaba el cabello.

Taehyung sostuvo la cámara con el brazo extendido, y los dos posaron juntos con las letras al fondo. En la primera foto, salieron serios. En la segunda, sonreían. En la tercera, Jungkook empujaba juguetonamente a Taehyung. Y en la cuarta, ambos reían de verdad, con los ojos cerrados, sin preocuparse por nada más.

De regreso a la carretera, el cielo empezaba a teñirse de un naranja suave, como si el atardecer quisiera envolverlos en una calma dorada.

Pero entonces, en uno de los espejos laterales, Jungkook frunció el ceño.

-¿Ves ese auto negro detrás de nosotros? -preguntó en voz baja, sin alarmar a Taehyung.

Taehyung giró sutilmente el rostro, observando con disimulo.

-¿El SUV?

-Sí. Está detrás desde hace rato. Desde antes de Griffith, incluso.

-¿Crees que...?

-No sé. Pero no me gusta.

El ambiente dentro del coche cambió en un instante. Aunque la radio seguía sonando, ambos se quedaron en silencio, atentos. Jungkook apretó un poco el volante, y en sus ojos apareció la expresión que solo se reservaba para cuando el escenario se volvía amenaza.

El motor rugía mientras Jungkook aceleraba, saliéndose del camino principal y tomando una curva cerrada hacia la izquierda, envueltos por la tensión que había desplazado la risa de hacía unos minutos.

-Tenemos que despistarlos. No quiero que esto arruine nuestro día -murmuró con el ceño fruncido, los ojos firmes en el espejo retrovisor.

-¡Espera! -dijo Taehyung, revolviendo desesperado la guantera del auto-. ¡Aquí hay un mapa!

Lo desplegó sobre sus piernas, luchando contra los dobleces arrugados del papel mientras Jungkook giraba con agilidad por una vía secundaria. Taehyung fruncía el ceño, siguiendo con el dedo una línea curvada que parecía prometer una ruta alterna.

-Cruza a la izquierda, ¡ahora! -ordenó, señalando con entusiasmo.

-¿Estás seguro? -preguntó Jungkook, ya girando antes de que la respuesta llegara.

-Sí. Esto... esto nos lleva por un atajo -aseguró con menos convicción de la que intentaba aparentar.

El auto se adentró en un camino angosto, de asfalto cuarteado y rodeado por una vegetación más seca. Los árboles comenzaron a escasear, reemplazados por la tierra árida y piedras dispersas.

Detrás de ellos, el SUV negro titubeó al llegar a la intersección, y para cuando tomó otra dirección, Jungkook suspiró con alivio.

-Funcionó -dijo, soltando una pequeña risa incrédula-. Lo hiciste bien, copiloto.

Taehyung sonrió, orgulloso. Pero su sonrisa no duró demasiado.

El camino siguió y siguió... y siguió.

Las casas desaparecieron. Luego los árboles. Solo quedaba un cielo inmenso y brillante, un sol implacable sobre sus cabezas, y kilómetros de tierra amarilla, piedras erosionadas y algunas formaciones rocosas al fondo.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Donde viven las historias. Descúbrelo ahora