: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :

CAP 23

—Sí, claro. Cuando el sol se apague —respondió Taehyung, viendo cómo su hermano se alejaba de nuevo hacia la casa.

Suspiró aliviado, y lentamente abrió la puerta del cobertizo.

El aire dentro era cálido, cargado del olor a madera vieja y polvo. Jungkook ya no estaba. El lugar estaba tal como lo habían dejado anoche, salvo por una cosa: el sombrero no estaba.

Taehyung se asomó por la pequeña rendija lateral, esa que daba al camino trasero de la casa. El auto negro también se había ido.

Una parte de él sintió alivio. Otra, quizás más honesta, sintió un pequeño vacío.

Se apoyó en el marco de la puerta, sonriendo apenas.

—Te llevaste el sombrero, ¿eh…? —murmuró.

Taehyung cerró el cobertizo con cuidado, asegurándose de que el candado encajara en su lugar sin hacer demasiado ruido. El aire matutino se sentía más fresco ahora que el sol se elevaba con más fuerza sobre el jardín. A pesar de todo, sonreía.

Regresó a la cocina con las manos en los bolsillos, dejando que el aroma del café lo envuelva una vez más.

Jimin estaba en la mesa, completamente despreocupado, comiendo una tostada untada hasta los bordes de mermelada mientras deslizaba el dedo por la pantalla de su celular, sonriendo de cuando en cuando como si estuviera viendo memes.

—¿Qué pasó con el drama? —preguntó Taehyung al sentarse de nuevo, alzando una ceja.

—¿Qué drama? —dijo Jimin, sin levantar la mirada.

—Nada. Olvídalo. Me alegra que tu memoria sea tan corta como tu paciencia.

—¿Eh?

—Nada.

Taehyung se sirvió otra taza de café mientras la abuela ordenaba unos platos en la cocina. Todo parecía volver a la normalidad, aunque el eco de lo que había pasado anoche aún vibraba dentro de él como una melodía que no sabía cómo terminar.

Justo en ese momento, se escuchó el característico sonido de la puerta principal abriéndose.

—¡Buenos días, familia hermosa! —cantó Seojun al entrar con su sonrisa resplandeciente y su sombrero de ala ancha—. ¿Interrumpo?

—¡Seojun! —exclamó la abuela, limpiándose las manos con un trapo de cocina—. Justo estaba por llamarte.

—¿Ah, sí? ¿Será que tenemos conexión espiritual?

—Será que te apareces cuando hueles el pan tostado —bromeó Jimin, recostándose en la silla.

Seojun le guiñó un ojo a modo de respuesta y luego se volvió hacia la abuela, adoptando una pose dramática.

—Mi bella dama, vengo a robarla por la mañana. Tengo preparados dos caballos, una ruta bordeando los viñedos de mi villa, y una canasta de picnic con sus dulces favoritos. ¿Qué dice? ¿Me concede esta cita?

La abuela se sonrojó de inmediato.

—Ay, Seojun… ¡A esta edad ya no estoy para esas cosas!

—¡Claro que sí está! —intervino Jimin, con la boca llena—. Si Madonna puede hacer giras mundiales, usted puede subirse a un caballo.

—Además, hace siglo que no vas a un viñedo   —añadió Taehyung—. Váyase a su cita. No se preocupe por nosotros.

—¡Nosotros sobreviviremos! ¡Poco! ¡Pero viviremos! —gritó Jimin, llevándose una mano al pecho.