—Yo también te quiero, payaso.

— JUNGKOOK —

— ESA MAÑANA —

El despertador sonó a las 6:30 a.m., pero Jungkook ya estaba despierto. O mejor dicho, nunca había logrado dormir del todo. La noche anterior había sido un torbellino en su mente: Daniela, el productor Jeong, la fiesta, los flashes, las sonrisas falsas… y la ausencia de un mensaje, el que más deseaba ver. Uno de Taehyung.

Se sentó en la cama con la cara entre las manos. Tenía los ojos secos, pero el cuerpo agotado. Como si llevara semanas sin descanso.

Y apenas era lunes.

—Listo o no, hay que seguir —se dijo en voz baja, levantándose como un autómata.

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A las 7:45 a.m., ya estaba en el estudio principal de BigHit, rodeado de bailarines, su entrenador vocal, su asistente personal y su nuevo coreógrafo. Las luces del salón ensayaban sombras sobre sus ojeras, pero nadie dijo nada. Estaban acostumbrados a ver ídolos agotados.

El ensayo de coreografía fue una tortura.

—¡Kook! ¡Ese giro no está en tiempo! —gritó el coreógrafo por tercera vez—. ¿Estás pensando en otra cosa?

Sí. Pero no podía decirlo. Solo asintió, se secó el sudor de la frente y repitió la secuencia desde el inicio, con una precisión robótica que no tenía alma.

Pasaron casi tres horas sin parar.

Después vinieron entrevistas pregrabadas, una rápida revisión de vestuario, grabación de contenidos para redes, y una comida fría a las 2:00 p.m., que ni siquiera alcanzó a terminar.

Porque lo llamaron a una reunión urgente en la oficina de seguridad interna de la empresa.

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—¿Qué sucede? —preguntó, apenas entró, con el cabello aún húmedo y una botella de agua en la mano.

La jefa de seguridad lo recibió con seriedad. Estaban también dos personas del equipo legal y Jeong, que lo miraba con una sonrisa ensayada.

—Tenemos razones para creer que alguien está vendiendo información privada sobre ti, Jungkook —dijo la jefa, sin rodeos—. Información que solo se encuentra en documentos internos. Horarios, ubicaciones privadas, incluso partes de tus conversaciones con ciertos contactos.

El corazón de Jungkook se aceleró.

—¿Qué... tipo de conversaciones?

—Mensajes y audios. No hay confirmación de su autenticidad aún, pero los rumores ya están siendo ofrecidos a medios. Nada ha salido a la luz pública... aún.

—¿Y cómo lo saben?

—Porque intentaron contactar a uno de nuestros socios con una grabación tuya de hace dos noches —explicó uno de los abogados—. Algo sobre tus reuniones, tu agenda... y tus relaciones personales.

Jungkook se quedó en silencio.

Taehyung.

Sintió el estómago apretarse.

—¿Quién más sabe sobre eso?

—Ese es el punto —dijo Jeong, cruzando los brazos—. Solo tú. Yo. El equipo directo de logística. Y tal vez tu amigo, Yoongi.

La mención de su nombre lo dejó helado. Jungkook se enderezó en su silla.

—Yoongi no haría algo así.

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