: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :

CAP 22

Porque su libertad era una ilusión.

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Horas después, encerrado en su habitación, Jungkook dejó el celular sobre la mesa sin siquiera mirar las notificaciones. Tenía los dedos temblorosos, las sienes latiendo.

No le había escrito a Taehyung.

No sabía cómo empezar. No sabía si siquiera tenía el derecho de hacerlo.

Porque si él había estado mirando... si por algún motivo había visto la entrevista o la fiesta... probablemente pensaría que Jungkook era igual que todos.

Un mentiroso más.

Y por primera vez en mucho tiempo, esa posibilidad lo asustaba de verdad.

— AL DÍA SIGUIENTE —

– TAEHYUNG —

El sol se filtraba suavemente por la cortina blanca, tiñendo la habitación con un tono cálido que no correspondía con lo que sentía Taehyung por dentro.

Abrió los ojos lentamente, con el cuerpo aún pesado. El aroma a pan tostado y café venía desde la cocina, y podía escuchar el sonido de los pasos de su abuela y la risa aguda de Jimin.

Pero él no se movió.

Seguía acostado, mirando el techo con una expresión vacía, como si sus pensamientos fueran demasiado densos como para dejarlo levantarse.

“¿Por qué no me dijo nada?”
“¿Por qué me miraba así si seguía con ella?”

El recuerdo de la noche anterior lo golpeaba con fuerza. La voz de Jungkook en la entrevista, su sonrisa perfecta mientras hablaba de “momentos especiales en su carrera”, y luego, esas imágenes…
Las malditas imágenes de él con Daniela. Una fiesta. Una sonrisa. Una mano en su espalda. Otra en la cintura de ella.

Jungkook no le había escrito desde que lo dejó en la esquina de su casa, después de un día que para Taehyung había sido… diferente. Intenso. Lleno de algo que no sabía si llamar “esperanza” o “autoengaño”.

Y ahora, todo eso parecía haberse desvanecido con una transmisión y unas cuantas fotos.

Suspiró, apretando los ojos con fuerza para no dejar salir lo que tanto quería.

Se obligó a levantarse.

—¡Buenos días, osito de invierno! —dijo su abuela cuando lo vio entrar a la cocina, ya con un delantal color menta y una jarra de jugo de naranja en la mano—. ¿Qué pasó, soñaste con alguien bonito?

Taehyung forzó una sonrisa.

—Algo así, abuela.

Jimin estaba sentado ya en la mesa, devorando unos hot cakes con frutillas, mientras bailaba en su silla al ritmo de una canción de fondo.

—¡Por fin te despiertas, Kim Taehyung! —dijo con dramatismo—. Mi desayuno estaba triste sin tu sarcasmo.

Taehyung rió un poco, aunque por dentro sentía que nada tenía gracia.

Se sentó a su lado y sirvió café. Jimin ya estaba con su celular en mano, contándole a su abuela una historia absurda sobre cómo una fan fingió desmayarse frente a una tienda porque había un cartel nuevo de Jungkook.

Taehyung tragó saliva. Solo el nombre lo punzaba.

—¿Sabes qué fue lo peor? —dijo Jimin— Que la que se desmayó no era por el cartel, ¡sino porque vio en tiempo real la entrevista de anoche!