2:15 p.m.

Después del desastre artístico, almorzaron en un restaurante tradicional, con música suave y platos que sabían a infancia. La abuela les hablaba de cómo conoció a su actual pareja, Seujun, mientras Jimin interrumpía cada cinco minutos con comentarios como:

—¿Y cómo supiste que no era un estafador con cara de tierno?

—¿Le hiciste una prueba de polígrafo, abuela?

—¿Lo stalkeaste en Facebook?

—¡Jimin, por favor! —se reía la abuela, aunque con ojos brillosos—. No fue tan complicado. A veces solo... sabes.

Jimin se quedó callado unos segundos, algo poco común en él, y luego asintió.

—Sí. A veces sabes.

Taehyung lo miró de reojo, sabiendo que había algo más detrás de esas palabras. Quizás una memoria de Yoongi, quizás una sensación que aún no sabía poner en palabras.

5:46 p.m.

De vuelta en casa, Jimin estaba tirado en la alfombra de la sala con el celular entre manos, mientras Taehyung leía un libro en el sillón. Sux dormía a sus pies, cansado de tanto paseo.

—¿Por qué el gato de Seujun te prefiere a más a ti , que a mi? —preguntó Jimin, acariciando a Sux—. Es una traición más dolorosa que la foto en la bañera.

—Porque yo tengo dignidad. Tú te acuestas en la alfombra y haces ruidos de morsa.

—¡Es lenguaje animal, idiota!

Fue entonces cuando el celular de Jimin vibró en su mano. Una notificación rápida, pequeña, efímera.

“Yoongi: …”

Pero al desbloquear la pantalla, el mensaje no estaba. No había nada nuevo en la conversación. El chat estaba como lo había dejado: con un “visto” en su última respuesta dos días atrás. Ni una palabra más.

Frunció el ceño.

—¿Todo bien? —preguntó Taehyung desde el sofá, notando su expresión.

Jimin dudó un segundo, luego bloqueó el celular.

—Sí. Todo bien.

No le escribió. No dijo nada más. No estaba enojado, ni triste, pero... algo le dolía, como una herida fantasma. Como si alguien hubiese intentado tocarlo, pero se hubiera arrepentido antes de hacerlo.

Y él, como siempre, hizo una mueca cómica para ocultarlo.

—Taehyung —dijo con voz dramática—. ¿Qué harás cuando me vuelva una celebridad mundial y me olvides?

—Tiraré tu búho mutante por la ventana.

—¡¡MONSTRUO!!

Y se abalanzó sobre él otra vez.

Pero por dentro, mientras reía con su hermano, Jimin no dejaba de preguntarse:

¿Por qué Yoongi borró ese mensaje?

10:09 p.m.

La película estaba en su mejor momento. Explosiones, persecuciones, música dramática. Taehyung estaba medio hundido en la cama de la habitación de Jimin, con una bolsa de palomitas apoyada en el estómago y los ojos fijos en la pantalla.

—¡Esa toma fue perfecta! —exclamó Taehyung mientras lanzaba una palomita al aire y trataba de atraparla con la boca. Falló. Cayó en su cuello.

—¡Tú y tu torpeza! —rió Jimin, que tenía una mascarilla en la cara y el celular en la mano—. ¡Pareces un bebé comiendo por primera vez!

—¡Respetá a tu hermano menor! —dijo Taehyung, empujándole con el pie—. ¡Y apaga el celular, estás arruinando el cine!

—Es que... espera un segundo —dijo Jimin, frunciendo el ceño de golpe mientras leía algo—. Uh-oh.

—¿Qué? —preguntó Taehyung, incorporándose.

—En el grupo de fans de Jungkook están diciendo que está en vivo. O sea, que ahora mismo está en una entrevista sorpresa en un programa de Los Ángeles. ¡Literal, lo están transmitiendo! Mira, mira.

Taehyung se estiró para mirar la pantalla del celular que Jimin le tendía. Aparecía una transmisión en directo, con el logo de un canal local. Jungkook se veía impecable, vestido de negro, el cabello peinado hacia atrás. Sonreía. Su sonrisa falsa. Taehyung la reconocía.

“—Siempre es un placer volver a este programa—decía Jungkook frente a las cámaras, con esa voz perfectamente calculada—. Me encanta estar aquí.”

El entrevistador reía y le preguntaba por sus nuevos proyectos. Jungkook respondía con elegancia, aunque sus ojos parecían perderse a ratos, como si pensara en otra cosa.

—Wow... se ve bien, ¿no? —murmuró Jimin, aún con la voz sorprendida.

Taehyung no respondió. Tenía la mirada clavada en la pantalla, en ese rostro que apenas había visto hace un par de días pero que ya sentía lejano. Desde que Jungkook lo dejó en la esquina de su casa tras su día en el parque, no le había escrito. Nada. Ni una palabra.

Y ahora estaba ahí, como si nada, con esa sonrisa de gala.

Jimin deslizó la pantalla y la transmisión terminó. Pero no pasaron ni treinta segundos cuando un nuevo mensaje entró a su grupo:

“Están diciendo que Jungkook acaba de llegar a una fiesta privada con Daniela.”

Taehyung sintió que algo se le comprimía en el pecho. Jimin levantó una ceja, desconcertado.

—Es la misma chica de la otra vez, ¿no? Su novia oficial... ¿o ex? Ya ni sé —comentó, bajando el volumen—. Las fans están divididas, unas dicen que es puro show, otras que volvieron. Igual, esa relación siempre fue confusa.

Taehyung bajó la mirada, tragando saliva. Claro que sabía quién era Daniela. Había escuchado su nombre muchas veces en boca de su hermano, en rumores, en titulares. A la fiesta de ella fue que el acompaño a Jimin, la fiesta cuando él y Jungkook se conocieron por accidente, literalmente chocando. Sabía que era su novia. Sabía que salían juntos.

Pero verlo ahora, así, tan pronto después de su día juntos... después de que lo hizo reír, de que lo escuchó con atención, de que lo hizo sentir especial, aunque fuera solo por unas horas… eso dolía de una forma que no esperaba.

—Oye —dijo Jimin de pronto, bajando el celular y mirándolo—. ¿Estás bien?

Taehyung alzó los ojos hacia él. Sonrió, pero su sonrisa era tensa, frágil, como una hoja a punto de romperse.

—Sí. Solo... me dio sueño.

—Taehyugie....

—Es en serio, Jimin. Estoy bien. —Se incorporó—. Voy a acostarme, mañana quiero levantarme temprano.

Jimin no insistió. Sabía que cuando su hermano usaba ese tono, no había mucho que pudiera decir.

—Está bien. Pero si necesitas hablar... sabes que no te voy a dejar solo.

Taehyung asintió y salió de la habitación. Caminó hasta la suya, cerró la puerta con cuidado, apagó la luz. Se recostó en la cama, de lado, mirando la pared.

Sintió su garganta cerrarse un poco. No había razón para sentirse así. Sabía en qué mundo vivía Jungkook. Sabía que él era solo una sombra en un día distinto, una historia que probablemente ya estaba siendo olvidada.

Pero aún así...

Le dolía.

Y no por celos. No por posesión.

Le dolía porque Jungkook no le había dicho nada. Porque después de todo lo que compartieron, ni siquiera había tenido el valor de despedirse con un mensaje.

Y eso… eso era más fuerte que cualquier imagen con Daniela.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Where stories live. Discover now