—Porque si te sacan en una foto conmigo, mañana estás en Twitter con el hashtag #YoongiTieneNovio.

Jimin se quedó quieto. Abrió la boca para decir algo… pero la cerró.

Yoongi bajó la mirada.

—No quiero meterte en ese mundo. Aunque solo sea por un chiste. Sé lo tóxico que puede ser.

—No sabía que te importaba.

—No lo sabías porque eres un cabeza dura. Pero sí me importa, Park Jimin.

El silencio volvió, un poco más tenso que antes.

El cuarto donde estaban era pequeño, con estantes llenos de cajas y productos de limpieza, como un almacén improvisado. Apenas había una luz parpadeante en el techo.

Después de unos minutos en los que solo se escuchaban sus respiraciones, Yoongi se acercó con cuidado a la puerta.

—Creo que ya se fueron —murmuró, con la mano en el picaporte.

Giró.

Nada.

Intentó de nuevo.

Tampoco.

—Oh no.

—¿Qué pasó?

—Estamos encerrados.

—¿¡QUÉ!?

—Tranquilo, no grites —dijo Yoongi, tratando de no sonar tan alarmado como se sentía. Jaló el picaporte de nuevo, ahora con más fuerza—. Creo que la puerta solo se abre desde fuera.

—¡¿Me estás diciendo que estamos encerrados en un maldito cuarto de empleados, en un zoológico, solos, sin señal y con ese olor raro!?

—Sí.

—¡Te odio!

—Yo también te quiero.

Jimin golpeó la puerta con ambas manos mientras Yoongi se dejaba caer contra una pared, sacando su celular sin muchas esperanzas. Sin señal. Por supuesto.

Cerró los ojos un segundo.

—Genial. Ahora tengo que sobrevivir en un cuarto pequeño con un Park Jimin en pánico.

—¡Estoy muy cerca de convertirme en uno de esos monos que me tiraron banana!

—Eso explica el tamaño.

—¡MIN YOONGI!

Pero mientras Jimin gritaba y se quejaba, Yoongi lo miró de reojo… y por dentro, solo pudo pensar:
No debería importarme tanto si se asusta. No debería sentirme así… Pero lo hago.
Y no tengo idea de qué diablos voy a hacer con eso.

— UN RATO DESPUÉS —

La luz del foco parpadeaba como si estuviera jugando a asustarlos.

Jimin ya había pateado la puerta, golpeado las paredes y hasta amenazado con trepar una estantería para "ver si hay otra salida secreta".

Spoiler: no la había.

Yoongi, por su parte, estaba sentado en el suelo, con las piernas estiradas y los brazos cruzados. Observaba a Jimin desde su rincón, no con molestia… sino con una mezcla de fastidio resignado y algo más suave que prefería no identificar.

Hasta que Jimin se detuvo, jadeando.

—Oye, Yoongi…

—¿Mm?

—¿Por qué te preocupaba tanto que me vinculen contigo?

El mayor no respondió enseguida.

Jimin se sentó en el suelo, frente a él, con las rodillas recogidas y los codos apoyados sobre ellas. Lo miraba curioso, pero sin juicio. Sincero.

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