: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :

CAP 17

Es un parque. Sólo eso. Un parque que podría haber llenado de gritos, de luces, de cámaras y gente aplaudiendo. Pero esta vez solo está él. Taehyung.

Y Bam, claro.

Pero es él quien me tiene en este estado extraño de tranquilidad y ansiedad al mismo tiempo. ¿Desde cuándo alguien podía hacerme sentir paz con una sola mirada… y al mismo tiempo ponerme nervioso como si tuviera quince años?

No es normal.

No puede ser normal.

Jeon Jungkook no se enamora así. No se detiene a mirar los labios de un chico mientras habla de sus sueños. No se pierde en los lunares ajenos, ni se sorprende a sí mismo escribiendo mentalmente canciones que empiezan con la forma en que un par de ojos se arrugan cuando sonríen.

Y sin embargo, ahí estoy. Viéndolo acariciar a Bam, con la cabeza inclinada y la nariz roja por el sol, riéndose solo por cómo el perro le muerde el cordón del zapato. Y lo único que puedo pensar es que quiero congelar este momento. Que no quiero que se acabe.

Pero soy un idiota. Un idiota orgulloso que ni siquiera quiere admitir que está sintiendo algo por un "él".

Respiré hondo. Sacudí la cabeza, como si eso pudiera borrarlo.

— ¿Quieres que te dé otra paliza? —le pregunté, señalando la pista de carritos de carrera.

Taehyung me lanzó una mirada entre divertida e incrédula.

— ¿Paliza? ¿Tú a mí? —bufó, fingiendo una carcajada—. Lo dudo mucho, Jeon Ego-kook.

Sonreí, satisfecho con el apodo.

— ¿Tienes miedo de perder? Es normal. Nadie vence al campeón.

Él se cruzó de brazos, ladeando la cabeza. Y Dios, qué guapo era cuando se ponía así, desafiante pero tranquilo. Como si supiera que tenía un poder sobre mí del que ni yo quería enterarme.

— Vamos —dijo al fin—. Pero si pierdes, me vas a invitar un helado. Uno grande. Doble.

— Y si tú pierdes —me acerqué un poco más, bajando la voz con esa descarada picardía que siempre usaba cuando quería descolocar a alguien—, vas a admitir que soy el mejor en todo.

Él entrecerró los ojos, pero no dijo nada. Solo se subió a su carrito, con una sonrisa en los labios que me decía que no iba a hacérmelo fácil.

La carrera comenzó. Y por un instante, mi ego volvió a tomar el volante. Literal. Aceleré como si fuera una competencia real, con el viento en la cara, el corazón latiendo y la sensación de libertad que tanto me gustaba.

Miraba de reojo, y lo veía luchar por alcanzarme, apretando el volante, riéndose entre gritos, maldiciendo cada vez que le sacaba ventaja.

Dios, era tan hermoso riendo así. Como si nada más importara.

Pero no me dejé ganar. No podía. No del todo. Porque, aunque fuera él, el maldito orgullo de Jungkook seguía ahí, susurrándome que no era momento para dejarlo todo al corazón.

Crucé la meta un segundo antes que él.

Me bajé del carrito, levantando los brazos.

— ¡Y así es como se hace! —grité, girando sobre mis talones como si me ovacionara un estadio entero.

— ¿Te aplaudo o te pido un espejo para que te beses solo? —dijo él entre risas, bajando tras de mí.

— Ambas —le guiñé un ojo—. Pero si me vas a besar tú, tampoco me quejo.