— A mí me da miedo mirar hacia abajo —confesé, con la vista clavada en mis manos—. No por la altura. Sino por todo lo que he dejado atrás. A veces siento que si regreso a Corea sin haber hecho nada distinto… me voy a arrepentir.

Jungkook me miró entonces, y su voz bajó aún más.

— ¿Y esto? —preguntó—. ¿Estar aquí… conmigo… es distinto?

No supe qué decir. Porque lo era. Totalmente. Pero admitirlo sería cruzar una línea para la que no estaba listo.

Así que solo asentí, suave, con una pequeña sonrisa.

Cuando bajamos, él tomó mi muñeca por un momento, sin apretar. Fue apenas un roce, pero mi piel reaccionó como si me hubiese tocado el alma. Caminamos hacia otra zona, donde estaban los juegos de puntería. Me dejó ganar a propósito, lo supe por cómo fallaba a propósito en el último segundo. Le lancé una mirada acusadora.

— Eres un tramposo.

— Solo estoy siendo caballeroso —respondió con su sonrisa de estrella… esa que hace que todo parezca menos complicado.

Ganamos dos peluches, uno se lo di a Bam, que lo atrapó con sus patas como si fuera su tesoro. Jungkook se agachó para acariciarlo, y esa imagen… él, con la cabeza agachada, sonriendo, jugando con su perro… fue tan cálida, tan humana, que sentí que algo dentro de mí se rompía de lo bonito.

Después, nos sentamos en una esquina tranquila del parque, junto a una fuente que lanzaba chorros de agua con luces suaves. Bam se quedó dormido a nuestros pies, agotado de correr.

— ¿Y tú? —le pregunté—. ¿Qué es lo que más quieres, Jungkook?

Se quedó en silencio un momento.

— Poder ser yo mismo… sin miedo —dijo al fin—. Y que eso sea suficiente para alguien.

No dijo más, pero no hizo falta. Porque yo también quería eso. Alguien que no me pidiera explicaciones. Alguien que no me hiciera sentir como si tenía que esconderme.

Me recosté en la banca, con los ojos cerrados por un segundo. Sentí el sol en la piel, la brisa en el rostro… y el sonido de su respiración al lado. Fue la primera vez, en mucho tiempo, que sentí paz.

— ¿Sabes? —dije después de un rato—. Si pudiera quedarme aquí… si pudiera parar el mundo solo un poco más… lo haría. Porque no sé si al regresar todo se va a sentir igual.

—No se va a sentir igual —respondió él enseguida, sin pensar. Su voz fue suave—. Porque tú ya no eres el mismo.

Abrí los ojos y lo miré. Nos quedamos así un momento, respirando lo mismo, en el mismo lugar, con el mismo miedo. Y la misma esperanza.

Había algo en el aire que me hacía querer tocar su rostro, perderme en sus ojos de tapioca, en esa expresión que mezcla calma y tormenta. Lo deseaba, sí. Pero no lo hice. No ahora. No cuando aún había tanto que sanar.

Pero sentí que él también lo deseaba. Y a veces, eso basta.

Nos pusimos de pie, y fuimos a los últimos juegos. Nos reímos tanto en los sillones giratorios que terminé mareado. Jungkook me sostuvo del brazo, muerto de la risa, y por un momento apoyé mi cabeza en su hombro. Fue solo un segundo. Pero ese segundo me bastó.

Bastó para darme cuenta de que, aunque todo esto sea temporal, hay sentimientos que no necesitan tiempo para nacer. Solo espacio.

Y hoy, Jungkook me dio todo el espacio del mundo.

--- JUNGKOOK ---

Hay momentos que no deberían sentirse tan importantes, pero lo hacen. Como verlo caminar unos pasos delante de mí, girando la cabeza solo para asegurarse de que lo sigo. O como su sonrisa cuando gira sobre sí mismo en medio del parque vacío, con los brazos abiertos, como si fuera un niño en su primer día de vacaciones.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Место, где живут истории. Откройте их для себя