Y Jungkook me habló. Me habló de verdad.

---

---  JUNGKOOK ---

Taehyung tiene una forma de mirarlo todo como si fuera arte. Lo vi observar el parque, los colores, los detalles… y luego me miró a mí, como si por un segundo también formara parte de eso que vale la pena admirar.

Me esforcé por no parecer nervioso. No es una cita. No debería serlo.

Pero se siente como una.

Después de varias atracciones, nos sentamos en una banca frente al carrusel. Las melodías suaves llenaban el aire, y el viento revolvía los mechones castaños de su cabello. Él hablaba, pero yo a veces me perdía en cómo se movía su boca, en cómo fruncía los labios cuando pensaba antes de hablar.

— ¿Y tú? —me preguntó de pronto, mirándome con esos ojos que parecían saberlo todo—. ¿Qué es lo que no dices nunca?

Tragué saliva. Lo que no digo… lo que ni siquiera me digo a mí mismo.

— Que a veces me siento solo incluso rodeado de miles de personas —respondí al fin—. Que tengo miedo de no saber quién soy sin todo esto. Y que… últimamente, hay alguien que me confunde más de lo que me gustaría admitir.

No lo miré mientras lo decía, pero sentí que me observaba. Que lo entendía.

Taehyung no respondió de inmediato. Solo asintió suavemente, como si respetara mis silencios. Como si los compartiera.

— A veces yo también tengo miedo de volver a confiar en alguien —confesó él—. Pero contigo, me siento menos en guardia.

Eso… eso fue suficiente para hacer que algo en mí se derritiera.

Pasamos por la casa de los espejos, por el carrusel, por una zona de juegos con premios que nadie ganaría porque no había nadie más. Gané un peluche para él. Se rió, burlándose de lo tonto que era, pero lo abrazó como si valiera oro.

Y en un momento… en ese momento frente a la rueda de la fortuna, con Bam echado a nuestros pies, nuestras miradas se cruzaron. Por un segundo, solo por uno, todo se detuvo. Me incliné sin pensar, solo un poco… pero no lo hice. No podía. No ahora.

Él tampoco retrocedió. Solo sonrió suave.

Y eso bastó.

--- TAEHYUNG ---

A veces la vida se siente como una pausa entre dos estaciones. Como un parque vacío entre la multitud de un antes y un después. Así se sentía estar aquí con él.

No había ruido, no había más mundo. Solo Jungkook, Bam, y yo… detenidos entre las melodías suaves del carrusel y el crujido del algodón de azúcar.

Nos miramos frente a la rueda de la fortuna. Hubo un momento… una especie de silencio que no daba miedo, sino calma. Un segundo donde se inclinó hacia mí, apenas unos centímetros. Y por alguna razón, no me alejé. Pero tampoco avanzó. No hubo beso.

Y está bien. No era el momento.

Aunque mi corazón insistía en decirme que si me besaba, no lo iba a detener.

Subimos a la rueda de la fortuna. La cabina subió con suavidad, y pronto estuvimos sobre el mundo. Jungkook tenía los ojos fijos en el horizonte, como si buscara algo que no podía decir.

— ¿Qué ves? —le pregunté.

— Libertad —susurró—. Pero también vértigo.

Asentí. Porque entendía demasiado bien lo que sentía.

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Where stories live. Discover now