: ~~|• DUMB MISTAKE •|~~ :

CAP 12

—¡Es parte de mi encanto natural! —rió Jimin, sacudiéndose la ropa.

Yoongi lo miró durante un largo segundo... y sonrió apenas, muy apenas, como si intentara ocultarlo.

—Definitivamente, eres un caso especial —dijo, más para sí mismo que para Jimin.

Lo que siguió fue... caótico.

Jimin, siendo él mismo, empezó a charlar sin filtro, contándole historias absurdas sobre su infancia, su amor por el karaoke y cómo una vez casi incendia la cocina de su casa intentando hacer ramen.

Yoongi, que solía mantener a todo el mundo a distancia, se encontró escuchándolo, atrapado en esa energía desbordante e incontrolable.

No podía evitarlo: Jimin era como un pequeño sol, imposible de ignorar.

—¿Entonces... qué haces tú en una fiesta de barrio? —preguntó Jimin, curioso, mientras caminaban entre las mesas.

—Vine a buscar inspiración —mintió Yoongi, cruzándose de brazos.

En realidad, había sido arrastrado por su primo, que se había ido a hablar con otros conocidos, dejándolo solo.

Pero no iba a admitir que estaba allí, abandonado, como un gato callejero.

—¡Inspiración! ¡Yo también busco inspiración! —exclamó Jimin, riendo—. ¡Aunque usualmente la encuentro en la comida!

Yoongi soltó una risa genuina, la primera en mucho tiempo.

Mientras tanto, Taehyung, a lo lejos, observaba a su hermano con Jin , una ligera sonrisa en el rostro.

Por primera vez en mucho tiempo, sentía que todo iba a estar bien.

Quizás la vida no era perfecta.
Quizás había cicatrices que dolían al tocarlas.

Pero también había momentos como este: sencillos, torpes, reales.

Y eso, pensó Taehyung mientras aceptaba otra limonada de manos de Jin , también era una forma de sanar.

-- UN RATO MÁS TARDE --

La música suave continuaba flotando en el aire del parque mientras la noche caía más profunda, envolviendo todo en una calma cálida.

Después de varios juegos tontos y muchas bromas torpes, Yoongi y Jimin terminaron sentados en una de las mesas más alejadas del bullicio, con vasos de limonada entre las manos y las luces amarillas del alumbrado público bañándolos de una luz débil.

Jimin, como siempre, fue el primero en romper el silencio.

—¿Sabías que mi hermano cree que soy demasiado hablador? —comentó con una risa baja, mirando su vaso.

Yoongi alzó una ceja.

—¿En serio? No lo hubiera imaginado —dijo en tono sarcástico.

Jimin se rió más fuerte, golpeando ligeramente su hombro.

—¡Oye! No seas cruel.

Yoongi sonrió de lado, apoyando los codos en la mesa.

—Tu hermano es el chico callado que estaba contigo esa noche, y el que nos fue a recoger¿verdad? —preguntó, recordando a Taehyung.

—Sí. Tae es... bueno, más tranquilo que yo. —Jimin suspiró—. A veces me pregunto si lo vuelvo loco.

—Estoy seguro que no —dijo Yoongi, casi con ternura.

Hubo un breve silencio, cómodo esta vez.

Jimin jugaba con la pajilla de su vaso antes de lanzarle una mirada curiosa.