—Nos lo cruzamos hace unos días... largo de explicar. ¿Nos vamos?

Jimin todavía miraba a ambos con duda, pero estaba demasiado cansado para discutirlo. Caminó hacia la vereda con su bolsa de comida.

—Sí, por favor. Estoy congelándome.

Minutos después, ya dentro del auto, el silencio se apoderó del ambiente. Jimin se quedó dormido al poco rato en el asiento trasero, abrazando la bolsa como si fuera una almohada.

Taehyung miraba el camino con atención, sin decir mucho, hasta que se estacionó frente al edificio donde vivía Yoongi.

—Gracias por venir. Y... —hizo una pausa antes de murmurar— perdón otra vez por lo de... los zapatos.

Yoongi bajó lentamente, abriendo la puerta.

—Olvidado —dijo con simpleza, aunque una ligera sonrisa se coló en su expresión—. Pero si realmente quieres compensarlo... ¿me das el número de tu hermano?

Taehyung lo miró sorprendido.

—¿Jimin?

Yoongi solo asintió. Taehyung dudó un momento, pero luego suspiró, sacó su celular y lo anotó sin más comentarios.

—Cuídalo. Es más sensible de lo que aparenta.

—Lo sé —murmuró Yoongi antes de cerrar la puerta y desaparecer entre las luces del edificio.

--- CON JUNGKOOK ---

La habitación de Jungkook estaba en penumbras, apenas iluminada por la tenue luz que entraba por las cortinas entreabiertas.

Sentado en la orilla de su cama, aún con la camisa abierta y el cabello desordenado tras una tarde caótica de ensayos, entrevistas y llamadas, sostenía su teléfono entre las manos como si fuera una bomba a punto de explotar.

“Taehyung el paciente.”

Así aparecía el contacto que había guardado la noche anterior, cuando, con una mezcla de impulsividad y necesidad, le había escrito primero. No sabía bien qué esperaba al hacerlo.

Solo… no podía sacarlo de su cabeza. La conversación que habían tenido, la forma en que se habían mirado en medio del bullicio, cómo había sido fácil hablar con él. Auténtico. Crudo. Raro.

Y entonces Taehyung le había mandado un archivo: un escrito. Jungkook lo había leído tres veces. Era una pieza melancólica, visceral, hablaba del miedo a no ser visto realmente, del terror de sentir cosas que uno no puede controlar. Le atravesó el pecho como una daga. Le hacía eco. Demasiado.

Se recostó de espaldas, sosteniendo el celular sobre su cabeza. Su corazón latía con fuerza.

—¿Qué me pasa? —susurró al techo, más para sí mismo que para alguien más—. ¿Qué estás haciendo, Jeon Jungkook?

No lo entendía. Nunca había sentido algo así. Siempre había estado con chicas. Había salido con modelos, con actrices. Daniela. Su mente se detuvo ahí.

Daniela.

Como si el universo hubiese escuchado su pensamiento, el timbre de la casa sonó, y poco después la voz de su madre gritó:

: ~~|•  DUMB MISTAKE •|~~ :Where stories live. Discover now