—No empieces.

—No dije nada —dijo Jungkook, pero la sonrisa ladeada en su rostro hablaba por sí sola.

Yoongi ignoró el comentario y se levantó, estirándose con un gruñido.

—¿Qué tienes hoy? ¿Ya viste tu agenda?

—No… ¿debo?

—Más te vale.

Jungkook suspiró, se levantó de la cama y caminó hasta su escritorio, donde lo esperaba una tablet con su itinerario actualizado.

9:30 a.m. - Desayuno con los padres y el representante
11:00 a.m. - Sesión de fotos para revista StarBeats
1:00 p.m. - Entrevista con canal juvenil
3:00 p.m. - Ensayo coreografía nueva
6:00 p.m. - Llamada con el director del nuevo proyecto
8:00 p.m. - Cena con padres y productor musical

—Perfecto… —murmuró con sarcasmo—. Otro día siendo “Jeon Jungkook”.

—Bienvenido a tu vida —dijo Yoongi, saliendo al pasillo.

Jungkook se dirigió a la cocina, donde sus padres ya lo esperaban. Su madre lucía elegante como siempre, hojeando papeles con una copa de jugo verde. Su padre, más formal aún, hablaba con su representante por teléfono mientras desayunaba sin levantar la vista.

—Dormiste fuera —dijo su madre sin siquiera mirarlo.

—Sí, lo sé —contestó él con naturalidad—. Lo necesitaba.

—No puedes ir desapareciendo así, Jungkook. Ayer tuviste un escándalo, hoy tienes una agenda llena, y la prensa ya huele sangre —agregó su padre, severo.

—No hice nada malo.

—A veces no necesitas hacer algo malo para que todo el mundo lo crea —intervino el representante, que acababa de colgar—. La foto del otro día aún circula, y ahora hay rumores de un nuevo romance. Necesitamos que tengas mucho cuidado, Kook.

Jungkook asintió, pero su mente no estaba completamente ahí. Una parte de él seguía en ese cobertizo, en esa mirada directa y honesta que Taehyung le lanzó, ese momento donde sus armas habituales —su sonrisa, su encanto, su fama— no funcionaron como siempre. Y eso, extrañamente… le gustaba.

Su día recién comenzaba, y aunque el mundo lo reclamaba con horarios, cámaras y expectativas, algo dentro de él había empezado a cambiar. Y por primera vez en mucho tiempo, Jeon Jungkook no sabía qué quería hacer con eso.

--- AL DÍA SIGUIENTE ---

- CON TAEHYUNG -


El amanecer en Los Ángeles era suave, envuelto en una brisa cálida que se filtraba por las cortinas del comedor. La casa estaba especialmente ruidosa esa mañana.

Las maletas estaban en la entrada, y los padres de Taehyung y Jimin ultimaban detalles para regresar a su ciudad, dejando a sus hijos al cuidado de la abuela durante unos días.

—¿Tienen todo lo que necesitan? —preguntó su madre mientras abrochaba su bolso de mano.

—Sí, mamá, estaremos bien —respondió Jimin, con una sonrisa que no disimulaba su emoción.

Taehyung, en cambio, tenía la mirada baja, cruzado de brazos, observando en silencio mientras su padre ajustaba la maleta al auto.

—Te vamos a extrañar, Tae —dijo su madre al abrazarlo fuerte—. Sé que no es lo mismo sin nosotros, pero confía en tu abuela. Y cuida de tu hermano, ¿sí?

—Sí, mamá… —susurró, su voz apenas audible.

Su padre le revolvió el cabello antes de subir al auto.

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