—¿Y ahora qué? —interrumpió su madre—. ¿Esperas que pongamos un comunicado diciendo "Jeon Jungkook no tuvo intención de agredir al fotógrafo"? ¿Eso va a arreglar la foto que ya está en todos los medios?

—¿Qué foto?

Su padre encendió la pantalla del televisor en la sala. Allí estaba: una imagen capturada en el momento exacto donde Jungkook tenía el brazo alzado y el paparazzi caía al suelo.

"Jeon Jungkook pierde el control en fiesta privada. ¿Violento detrás del escenario?"

Él sintió un nudo en el estómago. Era como si el mundo decidiera pintar una versión suya que no conocía.

En ese momento, el productor de su próxima película —un hombre de traje impecable y expresión fría— entró al salón como si le perteneciera.

—Jeon, necesitamos hablar. A solas.

Pero nadie se movió.

—Está bien, pueden quedarse —agregó, girando su mirada hacia los padres del cantante—. Esto los afecta a todos.

Se sentó, cruzó una pierna sobre la otra, y sacó un folder que colocó sobre la mesa.

—El estudio está furioso. Esta película es tu pase a otro nivel, pero no podemos permitir escándalos. No ahora.

Jungkook apretó los puños.

—Fue un accidente. No ataqué a nadie.

—Eso da igual. Lo que importa es lo que el público cree. Y ahora creen que eres un ídolo arrogante, fuera de control, capaz de agredir a quien se interponga en su camino.

El productor entrecerró los ojos y se sentó con calma en uno de los sillones, cruzando una pierna sobre la otra con precisión medida.

Abrió una carpeta y la colocó sobre la mesa con movimientos lentos, casi teatrales. Las primeras páginas mostraban capturas de portales de noticias, fotos descontextualizadas, titulares rojos con letras alarmistas.

—"Jeon Jungkook pierde el control", "El ídolo de millones muestra su verdadero rostro", "¿Violencia detrás del glamour?" —leyó en voz baja, antes de soltar un suspiro pesado—. Esto es lo que la gente está leyendo hoy, Jeon.

Jungkook se mantuvo en silencio. No había forma de explicar que nada de eso era cierto sin parecer que solo se estaba justificando.

—El estudio está muy preocupado —continuó el productor—. Y tú deberías estarlo también. Esta película no es un proyecto cualquiera. Es tu oportunidad de dar el salto de ídolo juvenil a actor serio. Pero todo eso se pone en juego si los medios siguen cavando en tu vida como lo están haciendo ahora.

El silencio en la sala se volvió espeso. El padre de Jungkook bajó la mirada; su madre apretaba los labios con fuerza.

—Así que esto es lo que vas a hacer —dijo el productor, mirando directamente a Jungkook—: vas a mantenerte al margen. Nada de escándalos, nada de apariciones innecesarias, nada de alimentar rumores. Cero declaraciones. Cero fiestas. Cero notas en revistas de farándula.

Jungkook frunció el ceño.

—¿Y si me invitan a algo importante? ¿Eventos oficiales?

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