Capítulo 30

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El matrimonio De Luca fue apartado de su seguridad tiempo después del fin de la reunión, lo que significaba el cumplimiento de la promesa al antiguo yakuza perecido en el ataque efectuado por el loco.

El proclamado nuevo jefe los observaba atentamente en los asientos delanteros de la mini limusina que los transportaba, la ahora viuda se encontraba resguardada del peligro en el mismo país que le había arrebatado la vida a su marido.

Diana aún no comprendía su efecto en la confusa situación, era la menos indicada de dar una noticia de defunción a un ser querido, aunque en breves explicaciones del yakuza agregó que esa decisión había sido efectuada en ese momento, el señor Bushido sospechaba que su esposa iba a necesitar apoyo emocional de otra persona con su misma sensibilidad, o sea, otra mujer. Lo que a su vez eso implicaba escuchar y negociar algún deseo de venganza por parte de la viuda.

Antes de ingresar a las instalaciones saturadas de protección, los hombres retuvieron a Valentino puertas afuera de la habitación de la señora. Aiko golpeó suavemente la puerta recibiendo una afirmativa en japonés desde adentro.

La espalda de una mujer en un finísimo traje blanco de diseñador le dio la bienvenida a Diana en un contraste opuesto a su vestimenta dañada y con restos de fluidos hemáticos. Sumado a la camisa ensangrentada que tenía en las manos con el dedo cercenado encima.

La mujer giró encontrándose con el sangriento escenario de la De Luca. Recibió el paquete sujetándolo a su pecho cuando lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos contagiando la nostalgia en Diana.

—He planchado esa camisa hace unas horas atrás... — susurró quedando de rodillas en el suelo a sus pies.

Lloró desconsoladamente hasta dejar vagar sus ojos por ella que también lloraba recordando su reacción a la errónea muerte de Valentino.

—¿Sabes por qué se cortó un dedo? — cuestionó la mujer de oscura melena. Diana negó. —Prometió justicia por mi difunto hijo, sigo en depresión por mi pérdida, lo cual con esto ahora representa que el blanco de mi luto será mi color de por vida... O lo que quede de ella.

Abrazó la camisa ensuciando su pulcro traje, manos y rostro con la sangre del señor Bushido, su marido.

—Aun así, cortó uno de sus dedos para disculparse por no haberlo logrado...

La japonesa se removió en el suelo en donde su atuendo se desordenó exponiendo parcialmente su hombro y clavícula en donde la impresión de tatuajes similares al de su marido se posaban en su piel.

—Aiko, déjame en privado con la señorita. — ordenó al proclamado nuevo capo. —Lamento que hayas tenido que vivir todo esto... Mi nombre es Kishi, irónicamente en japonés significa larga y feliz vida...

—Soy Diana De Luca, esposa de Valentino-

Las mujeres fueron interrumpidas con el forcejeo del aludido ingresando en la habitación. Kishi observó con dulzura al hombre colocando una suave sonrisa en sus labios.

—El italiano... — afirmó. — Aiko... Deja que pase el muchacho.

—¿Estás bien, Diana? — preguntó casi con desesperación al ver los ojos rojizos de su mujer. Ella asintió tomando asiento en un sillón agotada.

—Mi marido siempre fue muy sabio cuando de la gente a su alrededor se trataba, hasta la fecha no he podido comprender como hacía, pero podía contarse con una sola mano a sus traidores... — Kishi miró a la pareja suavemente. —Si están aquí es porque fue su voluntad y posiblemente haya algo que deba saber... O estoy en confianza de pedir...

Valentino asintió integrándose totalmente en la conversación.

—Su esposo pudo descubrir al asesino de su hijo y me encargó ejecutarlo.

—Lo dices de una manera que me hace creer que también tiene cuentas pendientes contigo...

—No está equivocada. — confesó Valentino.

—¿Nombre?

El De Luca vaciló.

—Alexey Shevchenko...

Kishi se puso de pie lentamente con un gesto de parecía que había ganado años de vida en esos crueles minutos, lanzó un suspiro tocando el tabique de su nariz suprimiendo más lágrimas, o haciendo un intento de ello.

—Si lo encuentras... Ampútale los dedos de su mano dominante y quedará inútil de por vida, pero si te ha dañado más... — la mayor se direccionó lentamente a otra puerta. —Acaba con su vida de la manera que más cruel que conozcas y luego... Regresa a darme las gracias.

***

Bajo un intenso silencio los De Luca llegaron a las puertas de su actual escondite.

—Estás pensativo. — dijo Diana ingresando en la casa. —¿Es por lo que te dijo la esposa del señor Bushido?

—¿Cómo estás tú? Ha sido un día largo y demasiado demandante.

—Por favor, no evadas la conversación. No necesito tu silencio ahora. — confesó quitándose el abrigo para abrazarlo con fuerza.

El tenso cuerpo de Valentino se relajó lanzando un prolongado y cansado suspiro.

—Tuve miedo... Cuando se fue la luz no había otra cosa en la que pensar que en ti y en tu seguridad. El enojo me corría por las venas y no sabía si exponerme a Alexey o seguir protegiendo tu cuerpo...

—Agradezco que me hayas abrazado fuertemente cuando varios cuerpos cayeron a nuestro alrededor, tampoco quería que nada malo te sucediera. — ella con una mejilla pegada al pecho del italiano, se aproximó depositando un suave beso sobre su corazón. —Tengo miedo a cómo vas a continuar ahora.

—No es nada del otro mundo.

—¡Lo es para mí! La primera vez fue una catástrofe y ahora parece que va por el mismo camino... Diría... Que estás pensando en la propuesta de la señora Bushido.

Diana se alejó lentamente con los ojos llorosos.

—Mi error fue subestimar a Phillip y Alexey y ahora estoy pagando las consecuencias.

—¡Estoy aquí contigo!

—¡¿Pero a que costo?! ¡¿Crees que puedo dormir tranquilo cuando esos psicópatas están afuera planeando en hacernos daño?! — Valentino sujetó su tabique para finalmente caer derrotado de rodillas a los pies de Diana, la abrazó con todas sus fuerzas llenando de lágrimas el abdomen de su atuendo. —De solo recordar lo que pasamos y de imaginar lo que te hicieron... Hace desmoronarme completamente.

Alejó su cabeza de su vientre mirándola con dolor y adoración al mismo tiempo.

—Esta vez nadie va a lastimarte...

—Valentino...

La castaña lo abrazó con todo lo que tenía llorando su agonía reprimida. No iba a permitir que por amor se exponga al peligro nuevamente.

No otra vez.

𝐕𝐞𝐧𝐝𝐞𝐭𝐭𝐚 𝐃𝐞 𝐋𝐮𝐜𝐚 (+𝟐𝟏) Libro IIWhere stories live. Discover now