☆ ᴄɪᴇɴᴛᴏ ᴅɪᴇᴄɪsᴇɪs

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Minho largó un estornudo por quinta vez, y Jisung podía decir que era consecutiva.

Estaba haciendo todo lo que podía, todo lo que tenía a su alcance para que la fiebre bajara. Nunca pensó estar agradecido de haber tenido fiebre veces pasadas, porque sino, no sabría cómo tratar en este momento. Y como ese no era el problema, Jisung estaba bastante feliz por cómo lo estaba manejando, ya que el termómetro, horas antes, le había marcado treinta y nueve, y ahora, le marcaba cerca de los treinta y siete.

No le había dejado que se tapara con nada, y le dijo que se duchara, pero ni bien terminó, comenzó a pasarle un paño frio sobre su cuerpo. Lee se había dormido profundamente, dejando que el menor literalmente jugara con sus abdominales, porque antes de pasar el paño, estaba pasando inocentemente sus deditos, viendo como subian y bajaban, a lo largo del sixpack. 

El rubio se dio cuenta de lo que estaba haciendo e inmediatamente sacudió su cabeza, borrando cualquier pensamiento que le dijera que era adictivo. Hundió en agua el paño y lo escurrió, para volver a pasarlo, esta vez sobre su frente, viendo la reacción del mayor, quien frunció su ceño y comenzó a despertarse.

—Lo siento —susurró, ni bien terminó de quejarse, el agua debía estar muy fría, así que siguió por su cuello y clavículas. Se acercó un poco más, para dejarle un besito sobre la mejilla—. Que se recupere, hyungcito.

Minho sintió aquel beso, el que lo despertó por completo, pero ni siquiera tuvo que abrir sus ojos para señalar su otra mejilla.

—A-aquí, otro —ordenó, aunque su voz sonara débil.

Jisung se rió y no tardó en obedecer, dejando otro dulce besito, para luego abrazarlo. Escondió su rostro como pudo, en la curvatura del cuello ajeno, percibiendo como la temperatura iba bajando, así que una sonrisa se plantó en sus labios, siendo agrandada un poco más, con el simple hecho de que Minho se acomodó un poco mejor, para que pudiera esconderse en aquél lugar que tanto le gustaba, a la vez que el mayor pasaba su brazo alrededor de la cintura ajena.

—Qué lindo me cuidas. Si mañana me recupero, no te alegres, que la semana que viene vuelvo a enfermarme.

—No diga esas cosas, hyungcito, enfermito o no, yo lo puedo cuidar.

Minho abrió sus ojos y se hizo un poco para atrás, para ver el rostro del menor y poder buscar sus orbes brillosos.

—Eres tan lindo.

—¿Va a empezar a repetir eso?

—Siempre.

—Duerma hyungcito, tenemos toda una vida para decirnos esas cositas.

—Eres tan lindo —repitió, obteniendo el ceño fruncido por parte del rubio—. Aw, eres tan... Ya, ya me callo —dijo ni bien sintió que movía sus brazos, de seguro quería cruzarlos como siempre lo hacía—. Pero no vale enojarse por decirte cositas que son verdaderas.

—¿La fiebre se le fue? Voy a traer el termómetro, creo que me lo olvidé en la cocina cuando fui por más agua.

—No importa la fiebre, otro besito —y señaló su mejilla.

—No importa la fiebre, otro besito —y señaló su mejilla

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━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora