☆ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴛʀᴇs

19.7K 2.1K 1.1K
                                    

No pestañeba, no hacía alguna mueca ante el humo de la comida que se estaba introduciendo por sus fosas nasales

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No pestañeba, no hacía alguna mueca ante el humo de la comida que se estaba introduciendo por sus fosas nasales. No estaba comiendo, solo pasaba el tenedor superficialmente sobre el espagueti, para ver si las ganas de comer volvían. 

Haber venido fue un error. Claro que era la casa en donde habitaba sus padres, y él tenía que vivir allí, pero desde que cumplió los dieciocho, vivía más en la casa de Changbin que en donde estaba ahora. Solo venía a almorzar o a cenar cuando su madre se lo pedía, y casi siempre era cuando su padre estaba fuera de la ciudad, y claramente, hoy no era uno de esos días.

El hombre estaba sentado en la punta, degustando la comida que la cocinera hizo, especialmente por la presencia del único hijo de la familia y a pedido de Hyerim, la señora de la casa.

—Me imagino que estás estudiando —musitó el hombre mientras se limpiaba su mentón, pues una gota de salsa había caído por allí.

—Sí.

—Entonces quiero verlo reflejado en tus notas, ¿de acuerdo? No quiero que pierdas otro año. Todos dirán eres un inepto y que no puedes agarrar dos hojas para memorizarte unos cuántos parrafos.

No respondió, solo largó un suspiro y soltó el tenedor, logrando que el impacto del metal contra la porcelana blanca, perforara sus oídos.

—Quizás no debas enfocarte en lo que dirán las personas, te sacará más canas de las que ya tienes.

—Minho —retó su madre.

—Me vuelves a faltar el respeto así, y juro que saldrás con un dedo menos —amenazó para que comience a tener miedo.

Más del que ya le tenía.

Pero a Minho no le importaba, ¿acaso él se iba a quedar callado? No, ni aunque eso le cueste unos cuantos golpes, un dedo, o incluso la vida.

Comenzó a recordar el porqué se fue de esa casa. Su madre era necia, ella podría divorciarse tranquilamente, pero estaba más que claro, incluso para Minho, que su madre dependía de ese hombre. No con dinero, sino con amor. Esa mujer lo amaba tanto que quién sabe cuántas infidelidades perdonó.

Minho lo sabía y eso le daba más bronca, que él se aprovechaba de su inocencia, de su bondad. Y se preguntó que tan igual era a su padre.

—Me voy.

—Pero no has comido nada... —la voz de Hyerim sonó triste.

—Déjalo. Que se muera de hambre, bastante le damos y ni siquiera nos agradece.

—No tengo hambre, mamá —dio por finalizada la conversación.

Salió de la casa, sintiendo como el viento congelaba su sangre, sorprendiendole el hecho de haber salido sin un solo golpe. Minho sabía a la perfección el temperamento de su padre, y por eso, le encantaba jugar con él.

━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora