Capítulo 49: El fin de la búsqueda

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Faltando tan solo dos pasos para llegar nuevamente al perfecto apartamento del señor Polanski, Charlotte sintió una curiosa emoción que la recorrió de pies a cabeza

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Faltando tan solo dos pasos para llegar nuevamente al perfecto apartamento del señor Polanski, Charlotte sintió una curiosa emoción que la recorrió de pies a cabeza. No había muerto. Estaba viva, respirando, con su desnudez intacta, bañada en frío y temblando como las telarañas de otoño, con el frasco de lágrimas en la mano. Inhaló todos los alivios que un ser humano puede apreciar. Eran tan livianos y suaves que una ligera sonrisa se pronunció en sus labios. Luego de darse media vuelta, pisó el reluciente suelo, que parecía estar hecho del mismo material que el del palacio de Buckingham.

Sus ojos triunfantes se posaron en los verdosos de Edland. Él, alzando el ceño y dando leves aplausos, dijo:

—Charlotte, lo que ahora me pregunto es... ¿valió la pena rescatar a ese simple humano de la muerte? Porque de no ser así, en este momento no estarías en estas circunstancias.

Charlotte seguía temblando, pero tuvo la suerte de poder articular palabras.

—No-no tengo dudas de eso, cla-claro que valió la pena, yo... haría esto y mucho más por él —respondió, sin una gota de inseguridad, pese a los temblores en su voz y los enredos de su lengua. Su cabello seguía siendo movido por las ráfagas y su corazón martilleaba a gran velocidad.

—Me sorprende la forma en la que lo amas. Normalmente, los humanos no aman tanto, ya que la mayoría se prefiere a sí mismos, y por lo visto tú lo prefieres a él. Es sorprendente —argumentó Edland, acercándose a ella con la intención de besarla por última vez.

Charlotte volteó la cara por completo, aunque este brujo sujetó fuertemente sus mejillas con aquella fuerza sobrenatural, obligándola a besarlo.

El beso fue extremadamente forzoso y desagradable. La lengua de él se introducía impetuosa y brusca, lo cual repudió a Charlotte, que aún tenía las secuelas del cielo de Manhattan sobre su piel.

—Quisiera seguir besándote, hermosa —susurró, apartando finalmente sus labios de los de ella—. Pero ya es hora de que te vayas, tengo que tomar mi baño de sangre.

—Bueno, entonces me vestiré —agregó Charlotte en voz baja, mientras tomaba las prendas que estaban esparcidas por el suelo.

—No, en nombre de Lucifer, ponte eso afuera. No quiero que desprestigies mi hogar vestida de ese modo —manifestó Edland, sin apartar la vista de sus pequeños senos pálidos, que según él, lucían como lindos pastelitos.

—¿Qué? —se preguntó Charlotte, creyendo que este hombre estaba totalmente loco—. ¿Quiere... que salga desnuda al corredor...?

—Por supuesto que sí. Caminaste desnuda sobre la ciudad y, ¿ahora no vas a ser capaz de salir al corredor? —vociferó él, en tono de furia.

Charlotte abrió los ojos.

—Bueno, como usted diga —dijo suspirando, mientras se acercaba a la puerta con sus pertenencias en las manos y el frasco de lágrimas producidas por estar cerca de la muerte.

Sicretum (algo oculta Salem)  Where stories live. Discover now